La justicia, la justicia, la justicia…
La furia ciudadana es entendible cuando los gobernantes no cumplen con sus más elementales obligaciones. Y, justamente, aquí no han hecho los deberes. No sólo eso, en el tema de la seguridad –primerísima asignatura del Estado, hay que repetirlo una y otra vez— las cosas están cada vez peor: hay más asesinatos, más secuestros, más extorsiones y, sobre todo, más violaciones de mujeres.
Esto último es en verdad escalofriante porque las cifras registradas no reflejan ni lejanamente la dimensión del problema: muchísimos casos no son siquiera denunciados ante las autoridades. Se entiende, más allá de que fuere esperable que las víctimas buscaran la intervención de la justicia. Pero ¿imaginan ustedes la circunstancia de acudir a una siniestra agencia del Ministerio Público luego de haber sobrellevado el horror de tan descomunal abuso para afrontar allí –todavía— la indiferencia, la incredulidad de los interrogadores, la zafiedad y la tosquedad de los agentes? Estamos hablando de una gran falla, otra más, de un aparato legal, el que tenemos en este país, que le impone a los damnificados la carga adicional de tramitar unas muy improbables reparaciones, aparte de tardías, en un entorno hostil. Insisto, ¿no debiera ir por ahí la 4T, encaminada a limpiar la casa de la justicia, en vez de dedicar los esfuerzos nacionales a construir las refinerías que cualquier inversor –de aquí o de fuera— levantaría con sus propios recursos (digo, siempre y cuando sea rentable el tema) siendo que Exxon Mobil y Royal Dutch Shell, entre otras tantas corporaciones, jamás se van a ocupar de edificar un buen sistema de justicia en México porque no se dedican a eso?
Y sí, las mujeres elevan sus voces. A la lista de agravios de siempre –la desigualdad en las condiciones laborales, el acoso en las calles, los abusos de los machos primitivos, los incumplimientos de los exmaridos y la consustancial discriminación— han debido añadirle el monstruoso apartado de la brutalidad. Han salido a las calles a decir ya basta pero, como siempre, su causa la han empañado algunos violentos individuos. Pues, miren ustedes, seguimos en lo mismo, en la falta de legalidad: bastaba con neutralizarlos, en un primer momento, luego detenerlos y al final juzgarlos. ¿O no?
En el tema de la seguridad las cosas están cada vez peor