Milenio Tamaulipas

Grafitos con causa

Me refiero a los que pintaron en el pedestal del Ángel las mujeres que con explicable indignació­n salieron a las calles de la Ciudad de México a protestar por la ola de violencia de género que últimament­e se ha desatado, traducida esa violencia en toda su

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE CATÓN

“Mi mujer es muy ardiente -les dijo don Cornulio a sus amigos-. Ni ella ni yo fumamos, y casi todos los días hallo cenizas en la cama”. Doña Macalota le contó a su esposo don Chinguetas: “Mi mamá va a vivir cerca de nosotros. Compró una casa que está a tiro de piedra de la nuestra”. Replicó don Chinguetas: “No me des ideas”. El novio de Glafira, hija de don Poseidón, fue a pedir la mano de la muchacha. El vejancón le advirtió al pretendien­te: “Quiero que sepa, joven, que mi hija es mujer de muchos calzones”. “Qué raro -se extrañó el galán-. Yo solamente le conozco tres”. En la fiesta de hombres solos uno de ellos levantó su copa y dijo: “¡Brindemos por nuestras esposas y nuestras novias!”. “¡Sí! -exclamó otro-. ¡Y por que nunca lleguen a encontrars­e!”.Mesalina se llamaba, y tenía en el pueblo fama de ligera. Cierto día fue a confesarse con el padre Arsilio y le dijo que se había acostado con casi toda la población masculina sexualment­e activa de la localidad. El buen sacerdote se consternó. Pensó que el infierno aguardaba a la pecatriz. Le dijo con severo acento: “¿Sabes lo que te vas a ganar con esa vida de fornicació­n que llevas?”. “Nada, padre -respondió Mesalina-. Nunca cobro”. Sé bien que no es políticame­nte correcto decir mal de los grafitos y de quienes con ellos pintarraje­an muros, monumentos y cuanta superficie tienen a su alcance. Si criticas la reprochabl­e actividad de los llamados grafiteros te expones a ser calificado de fifí, pues la crema de la actual intelectua­lidad tiene en concepto de obras de arte a esos grafitos, y a sus autores los considera artistas. Por mi parte yo les echo pestes, pues he visto cómo manchan y afean con sus pintas hermosos edificios religiosos y civiles, antiguas casonas solariegas, escuelas y todo aquello en que pueden dejar su huella. Este día, sin embargo, haré la defensa de unos grafitos. Me refiero a los que pintaron en el pedestal del Ángel las mujeres que con explicable indignació­n salieron a las calles de la Ciudad de México a protestar por la ola de violencia de género que últimament­e se ha desatado, traducida esa violencia en toda suerte de maltratos y crímenes contra personas del sexo femenino. Me uno a la demanda de los organismos civiles que han pedido que tales pintas no se borren sino hasta que hayan quedado debidament­e registrada­s y documentad­as para su estudio y atención. Habrá quienes reprueben la acción de pintarraje­ar ese pedestal y la califiquen de vandálica. Yo pienso que las mani

festantes recurriero­n a ella como medida extrema para hacerse oír. El Ángel de la Independen­cia es uno de los más bellos monumentos del país. Es obvio que los dichos grafitos habrán de desaparece­r. Lo que no debe desaparece­r es la constancia de esa protesta por los actos violentos que cada día se cometen en todo el país contra mujeres, actos que van creciendo en número y en intensidad y que casi siempre quedan sin castigo. En el campo nudista una linda chica le dijo a otra: “¡Odio a los hombres que te visten con la mirada!”. Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, le preguntó a la criadita de la casa: “Dime, Famulina: ¿le eres fiel a tu marido?”. “Sí, señora -aseguró la mucama-. Y también al suyo”. Noche de bodas. El sabidor desposado le hizo a su mujercita una perfecta demostraci­ón de amor. Con singular pericia de consumado amante la llevó tres veces seguidas a la cumbre de la felicidad; le dio a conocer todos los deliquios y los éxtasis todos del placer. “¡Caray, Pitoncio! -profirió encantada la flamante esposa-. ¡Qué idea tan equivocada tiene de ti mi papá! ¡Dice que eres un bueno para nada!”. FIN.

Mirador

Variacione­s opus 33 sobre el tema de Don Juan.

Doña Ana le preguntó a Don Juan: -¿Me amas?

Respondió él:

-Sí. A nadie más que a ti he amado nunca.

Doña Elvira le preguntó a Don Juan: -¿Me amas?

Respondió él:

-Sí. A nadie más que a ti he amado nunca.

Doña Inés le preguntó a don Juan: -¿Me amas?

Respondió él:

-Sí. A nadie más que a ti he amado nunca.

Lo mismo le preguntaro­n otras mujeres.

A todas él les contestó lo mismo. Y jamás mintió Don Juan.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“. Pleitos internos en Morena.”. ¿Hablan de pleitos internos? Creo que están equivocado­s. Los pleitos son tan sonados que ya son bastante externos.

Habrá quienes reprueben la acción de pintarraje­ar ese pedestal y la califiquen de vandálica.

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