Ecos de Escénica /I
todo espectáculo de la Liddell es una provocación y exige del público entrar en lógicas no fabulares. Desde mi punto de vista, en varios segmentos del espectáculo, en que ya se han agotado todos los signos de la escena, un poco de síntesis en la premisa beckettiana de “lo menos es más” le vendría bien a este bellísimo espectáculo.
La Liddell, que ha girado por todo el mundo y es hoy una de las artistas consentidas de los escenarios de Francia, fue el plato fuerte para abrir Escénica el pasado 8 de agosto, Festival que era necesarísimo para la gran capital. Una fiesta de la escena que por supuesto tiene por delante el reto enorme —y conquistable— de convertirse en un referente a nivel hispanoamericano y mundial como pueden ser el FIT de Cádiz, FIBA de Buenos Aires, el FITB o el Festa de Bogotá o el Santiago a Mil. Y en el majestuoso Teatro de la Ciudad Esperanza Iris con Faso Danse Théàtre (BélgicaBurkina Faso-Camerún) del bailarín, coreógrafo y actor Serge Aimé Coulibaly se clausuró con alto voltaje el Festival después de 11 días de performance, circo, danza, marionetas y teatro por 9 alcaldías de la capital.
En esta joven primera edición de Escénica la respuesta de la gente (no artistas) fue contundente y esencial para que desde la política pública se le permita crecer. Un Festival de esta índole, bien entendido, puede traer una derrama económica importante para CdMx si se planifica desde una visión transversal (secretarías de Educación, Cultura, Turismo y Economía locales). Si se instala en el horizonte de los amantes de las artes escénicas de México y el mundo puede convertirse en cita anual obligada con sus evidentes beneficios.