Cuarto round de la saga profética
ElcarácterrevolucionariodelapelículaMatrix (hermanos Wachowski, 1999) marca, antesqueelfindesigloporelañodesulanzamiento, la nueva era de la industria-arte que devino elcine,a103añosdesuinvenciónporloshermanosLumière, porque ha combinado las técnicas de la narración con el espectáculo y un gran despliegue de efectos como solo habían sugerido filmes taquilleros anteriores tipo Terminator (James Cameron, 1984) y Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993), que con su alta dosis defantasíaalcanzabanalgúngradodeverosimilitud.
Hoy científicos, industria tecnológica y escritores han abordado estos temas no como libros cinematográficos sino como realidad, virtual en ciertos casos, con la explosión de la inteligencia artificial y las simulaciones cibernéticas, y aquí el fusilero ha reseñado en fechas recientes los volúmenes The Game, de Alessandro Baricco, y 21 lecciones para el siglo XXI, de Noah Harari, en los que ya se borda sobre situaciones precisas del mundo real que parecen salidas de la memorable saga de tres entregas protagonizada por Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss, quienes repetirán en el cuarto capítulo a producirse el próximo año con la dirección de Lana Wachowski.
Con esa fuerza que Matrix inaugura la centuria en curso irrumpió el nuevo invento a finales del XIX. Cuenta el gran George Sadoul (1904-1967) en su clásica Historia del cine mundial, editado por Siglo XXI Editores: “El cine supone la instantánea. La fotografía ha universalizado hoy esa idea. Pero estaba lejos de ser ni siquiera sospechada cuando en 1839 el gobierno francés compró sus patentes a Mandé Daguerre y a los herederos de Nicéphore Niepce, para regalar al mundo uno de los inventos modernos más maravillosos”.
Así valoraba el gran Sadoul el primer filme de Louis Lumière, La sortie des usines (La salida de las fábricas): “Fue proyectado en público durante una conferencia sobre el desarrollo de la industria fotográfica en Francia. Las obreras con faldas acampanadas y sombreros de plumas y los obreros empujando sus bicicletas dan hoy a ese simple desfile un encanto ingenuo. Detrás del personal iban los patronos, en una victoria tirada por dos caballos. Y el portero volvía a cerrar las puertas”.
El ya finado Jean Baudrillard, quien se negó a participar en el libro cinematográfico de Matrix, sostenía que a medida que va creciendo la proliferación tecnológica, la movilidad y las capacidades realistas de las representaciones de los medios audiovisuales, llegan a competir con la realidad, a confundirse con ella yavolatilizarla,sustituyéndolaporunnuevomodode experiencia que llama “hiperrealidad” o “lo más real de lo real”, como apunta Andrew Darley en su ensayo Cultura visual digital (Paidós, 2002).
El filósofo Preston Greene acaba de plantear en el New York Times el dilema de si es oportuno indagar la posibilidad de que estemos viviendo en una simulación computarizada por el riesgo de que corroborar esa teoría conlleve la aniquilación del universo. Quizá antes del estreno de Matrix 4.
Hoy científicos, industria tecnológica y escritores abordan los temas de este filme como realidad