Italia, grazie mille
Gracias a Italia, México recuperó casi 600 exvotos, rico patrimonio que ahora puede ser admirado en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, a un costado del Palacio Nacional.
En los 60, un coleccionista italiano adquirió y sacó ilícitamente del país las ofrendas que fueron robadas de santuarios del centro de México, desde Querétaro hasta San Luis Potosí, una especie de sucesor moderno de Lorenzo Boturini, coleccionista de códices en el siglo XVIII.
El año pasado en Monza, cerca de Milán, al morir el propietario, su familia quiso vender las pinturas pero los carabinieri detectaron que eran patrimonio cultural mexicano y entonces alertaron a la embajada de México en Roma, iniciando los trámites para su devolución, con base en el tratado de cooperación bilateral.
Los exvotos, que datan del siglo XVIII al XX, en su mayoría son ofrendas pictóricas que los fieles colocan en templos para dar gracias a Dios, a una virgen o un santo, por el milagro recibido. De ahí que también se utilice en México el término “milagro” para referirse a estas pinturas hechas a pedido del cliente por pintores autodidactas.
En la exposición hay una ofrenda que dice:
“El día 18 de Noviembre de 1928: yendo en camino de Apaseo en compañía de un amigo, este lo asaltó con el fin de robarlo y lo hirió con filosa arma con dos graves heridas y en tan terrible trance me encomendé a la Virgen de Guadalupe de Tierras Negras y conseguí mi salud. Celaya, 1929. Juan Duarte”.
El retablo pintado en lámina de cobre, en forma de tríptico, muestra tres escenas: a la virgen de Guadalupe, el momento del apuñalamiento y la recuperación en el hospital.
Diego Rivera, que era ateo, escribió que los mexicanos creen en los milagros y exaltó el valor pictórico de los exvotos.
Escribió en la revista Mexican Folkways, en 1925, un artículo intitulado “Los retablos. Verdadera, actual y única expresión pictórica del pueblo mexicano”.
“… el pueblo mexicano cree en los milagros, sólo cree en el milagro y en la realidad de los seres y las cosas, ambas dos las pinta en los retablos”, dijo.
“Siente el pueblo —agregó— que su única salvación es el milagro y el conocimiento sereno de la realidad, es decir, el retrato fiel, el verdadero retrato. Tal es la pintura mexicana con su plástica y su oficio amasados por, con y dentro de este espíritu”.
EnunaescaleradelaCasaAzul,enCoyoacán,dondevivió con Frida Kahlo, Rivera mismo tenía desplegados varios exvotos que tanto admiró:
“… el verdadero retrato de un milagro, es el superrealismo, algo que se podría llamar por algunos sobrenatural si no fuera el ánima de esta pintura mexicana la conciencia profunda de una realidad suprasensible, común a todo el universo y esencia de la naturaleza que hace familiares los hechos milagrosos y vuelve milagrosos los hechos cotidianos…”
Maravillosa síntesis entre la fe y la pintura captada en estas palabras por el genial muralista.
México está agradecido con Italia, cuna de la civilización occidental, por esta muestra más de amistad que une a los pueblos mexicano e italiano de profunda raigambre religiosa y cultural.
Rivera mismo tenía desplegados varios exvotos que tanto admiró.