Milenio Tamaulipas

Dominical de los mil mejores...

Propuso el avieso galán: “¿Me aceptas una copa?”. La ingenua chica respondió: “Sí”. “¿Otra copa?”. “Sí”. “¿Una más?”. “Sí”. “¿Me acompañas a mi departamen­to?”. “Sí”. “¿Nos vamos a la cama?”. “Sí”. Terminado el erótico deliquio él le ofreció: “¿Un cigarro?

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Pirulina le contó sus pecados al buen padre Arsilio. Le dijo: “Acúsome de que ayer fui con mi novio al Ensalivade­ro”. “Ese lugar -inquirió el confesor- ¿es el sitio al que acuden por las noches las parejas en rijo?”. “Van en coche” -acotó Pirulina. Y prosiguió: “Ahí él empezó a besarme french style”. “¿Qué es eso?” -se inquietó el sacerdote. Explicó la muchacha: “Es un beso en el que no sólo interviene­n los labios, sino también la lengua”. “¡Señor San Blas! -exclamó consternad­o el eclesiásti­co. (San Blas es el santo al que se invoca para prevenir y curar los males de garganta)-. ¿Imaginas, desdichada, la cantidad de microbios que se trasmiten mutuamente quienes participan en ese lúbrico ósculo?”. Replicó Pirulina: “Cuando te besan así en todo piensas, menos en microbiolo­gías. Luego mi novio me acarició con exhaustivi­dad por arriba y por abajo. Finalmente me llevó al asiento de atrás del automóvil y me hizo el amor”. “Muy mal hecho” -amonestó el padre Arsilio. “No, señor cura -lo corrigió la muchacha-. Me lo hizo muy bien”. “Eso no quita el pecado -indicó el párroco, severo-. En penitencia rezarás un rosario”. “Padre -aventuró la chica-: si rezo dos ¿tendré derecho a una segunda vez?”. El marido de doña Gorgolota comentó: “Mi esposa se pone todas las noches una máscara de lodo verdinegro para el cutis”. Preguntó alguien: “Y esa máscara ¿le mejora el aspecto?”. Contestó el marido: “Si se la deja puesta, sí”. Propuso el avieso galán: “¿Me aceptas una copa?”. La ingenua chica respondió: “Sí”. “¿Otra copa?”. “Sí”. “¿Una más?”. “Sí”. “¿Me acompañas a mi departamen­to?”. “Sí”. “¿Nos vamos a la cama?”. “Sí”. Terminado el erótico deliquio él le ofreció: “¿Un cigarro?”. Y ella: “No. Mi mamá me ha dicho que si estoy con un hombre y le digo que sí a todo, el hombre se aprovechar­á de mí”. Don Cornulio llegó a su casa y sorprendió a su cónyuge en trance de fornicio con un hombre de estatura desmedrada. Mediría a lo mucho 7 palmos. El palmo es la distancia que va del extremo del dedo pulgar al del meñique poniendo la mano abierta; más o menos 20 centímetro­s. Don Cornulio le gritó a la pecatriz: “¡Mujer infiel!”. “Medio infiel nada más -se defendió ella-. Observa la estatura del señor”. El hijo del cocodrilo se quejó: “No tengo dinero”. Le contestó su padre: “Lo tendrás cuando seas cartera”. Don Algón entró en el cuar

to del archivo y se asombró al ver al encargado follando con su lindísima asistente. “¿Qué es esto, Archibaldo?” -le reclamó enojado. “Perdone, jefe -replicó el archivista-. Ya habíamos terminado nuestra trabajo, y no nos gusta estar sin hacer nada”. Don Frustracio, el abnegado esposo de doña Frigidia, asomó por la ventana de la alcoba y vio la luna llena. “¡Qué hermosa luna!” -profirió arrobado. Doña Frigidia replicó de inmediato: “Hoy no. Me duele la cabeza”. Pepito le contó a su papá: “Un niño de la escuela me dijo que me parezco mucho a ti”. El señor, orgulloso, le preguntó: “Y tú ¿qué le dijiste?”. “Nada -replicó Pepito enfurruñad­o-. Es más grande que yo”. Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, tenía un perico. Cierto día notó que el loro andaba nervioso, desasosega­do. Lo hizo revisar por un veterinari­o. Tras el correspond­iente examen el médico dictaminó: “A su perico le hace falta una periquita. Tengo una que puede ser su novia por algunos días. El alquiler es de mil pesos”. Doña Panoplia llevó a su casa a la cotorrita y la puso en la jaula del perico. Al punto el loro se lanzó sobre ella y empezó a desplumarl­a. “¿Por qué haces eso?” -le preguntó azorada doña Panoplia. Respirando agitadamen­te contestó el pajarraco: “¡Por mil pesos la quiero encueradit­a!”. FIN.

Mirador

Historias de la creación del mundo.

El Señor se arrepintió de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.

Sólo Noé halló gracia ante los ojos de Dios.

Le dijo el Padre:

-Haré llover 40 días y 40 noches sobre la faz de la tierra. Construye un arca para que te salves con tu familia. Vino entonces el diluvio de las aguas, que prevalecie­ron durante 150 días. Entonces el Señor hizo la paz entre él y los humanos.

Por señal de su bendición llenó el cielo con un arco iris de colores. Y comentó Noé:

-En blanco y negro habría sido mucho más artístico.

El hijo del cocodrilo se quejó: “No tengo dinero”. Le contestó su padre: “Lo tendrás cuando seas cartera”.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“. Informe.”.

Puedo decir desde ya que el Informe mencionado será, como en el pasado, más que todo bla bla bla.

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