¡Aquí mandamos nosotros y ya!
Vamos hacia atrás. En su momento, el denostado PRI alentó una reforma política para dar mayor representación a los partidos que no ganaban diputaciones o senadurías en nuestro Congreso bicameral pero que habían recibido de cualquier manera millones de votos en las elecciones.
Ése, y no otro, es el principio en el que se sustentan los mentados cargos plurinominales aunque se hayan vuelto
ahora un vulgar procedimiento de premiación para politicastros ambiciosos y un botín que los jerarcas de cada instituto político dispensan a cambio de adhesiones y cuotas de poder.
En todo caso, en los tiempos del PRIAN los distinguidos miembros de la oposición —así de cavernarios que fueren sus usos y costumbres y así de rústicos como se exhibieren tantos de ellos en las solemnísimas sesiones legislativas— podían reinar alegremente como jefazos de las mesas directivas de las Cámaras —la no tan alta y la bajísima— porque el mando se lo turnaban entre los representantes populares de los tres principales grupos parlamentarios, más allá de sus colores, proveniencias y cataduras.
O sea, que le tocaba la presidencia al PAN, digamos, y luego al PRI y posteriormente al PRD, y así subsiguientemente y consecutivamente. Ahora mismo, por ejemplo, el timón de la nave de la Baja lo tendría que llevar el Partido Acción Nacional. Y no es mera costumbre esto, oigan, sino que está debidamente reglamentado y pautado y ordenado en el artículo décimo séptimo, numeral 17, de la Ley Orgánica del Congreso de la Unión (siempre me han metido ruido estas denominaciones, amables lectores, y tendría que ir urgentemente a consultas con algún insigne constitucional is tapara que me aclare qué somos en este país, es decir, que me diga si los Estados Unidos Mexicanos es “República” —digo, nuestro Senado es, justamente, Senado de la República—, si subsistimos como “Unión” o si nos consideramos “Federación” en tanto que las leyes y decretos se publican, pues sí, en el Diario Oficial de la Federación).
Pero de lo que iba yo a hablar es del pronunciamiento de las huestes de Morena para que la antedicha ley interna de nuestro parlamento sea modificada y que ese partido no vuelva a compartir el mando jamás de los jamases.
Son peores que los del PRIAN, ¿no?
Los cargos pluris se han vuelto vulgar vía de premiación y un botín