Milenio Tamaulipas

Inbal. El Metro también ha ganado su estatus de obra de arte: Lucina Jiménez

Abren exposición en el Museo de Arquitectu­ra por los 50 años de este sistema de transporte

- LETICIA SÁNCHEZ MEDEL

Recordar cómo eran las instalacio­nes del Metro cuando abrieron las puertas a los usuarios por primera vez hace 50 años; ver la forma que le dio el arquitecto Félix Candela a la estación Candelaria de la Línea 1 o evocar con profundo sentimient­o al cronista musical de Ciudad de México, Chava Flores, son algunas de las sensacione­s que se viven con la exposición El Metro 50 años, que se inauguró ayer en Museo de Arquitectu­ra del Palacio de Bellas Artes.

Imposible no recordar a don Chava Flores, cuando cantaba a todo pulmón sobre el sistema de transporte inaugurado en 1969: “Voy en el Metro, ¡qué grandote,/ rapidote, qué limpiote!/ ¡Qué diferencia del camión/ de mi compadre Jilemón/ que va al panteón!..."

Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, recordó, sin aludir a la letra de la canción “Voy en el metro”, al legendario Salvador Flores Rivera, Chava, para los cuates.

“La creación del Metro nos hace recordar que es también una obra de arte, porque tiene bosquejos, trazos, escenarios y tiene memoria arquitectó­nica, artística y literaria. Ha entrado en la canción popular mexicana, en la palabra de Chava Flores, así como en la narrativa. Recordemos entonces a Carlos Monsiváis, quien decía que un cuerpo es el cotidiano y ojalá tuviésemos otro para la convivenci­a acrobática que de pronto nos toca tener en algunas estaciones”.

Florencia Serrania, directora del Metro, agradeció a los trabajador­es de este sistema de transporte, y expresó que la muestra retoma “ese ritual de memoria histórica, ese recorrido de Insurgente­s a Zaragoza y nos pone en el contexto de lo que sucedía en aquellos años”.

Alfonso Suárez del Real, secretario de Cultura de Ciudad de México, compartió su emoción al presenciar esta muestra. “La inauguraci­ón del Metro una tarde como hoy, marcó un antes y un después de una ciudad golpeada por el ejercicio de una fuerza desmedida el 2 de octubre de 1968. Para mi generación, constituyó una arquitectu­ra a la esperanza por permitir la transforma­ción de la urbe”.

Por la dimensión de la obra y por su novedad, el Metro causaba admiración, curiosidad y hasta miedo, explicó Marianela Trueba, curadora de la exposición.

En la muestra, que reúne 35 fotografía­s y algunos objetos, se dice que debido a los trabajos de excavación se encontraro­n restos fósiles de un mamut, vasijas prehispáni­cas y vestigios de edificacio­nes mexicas, con lo que salió a la luz la pirámide de Ehécatl, la deidad del viento, que hoy se aprecia en la estación Pino Suárez.

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