La trampa de los héroes vivientes
En su primer Informe, el Presidente dijo que debía reconocerse que “un factor principal, verdaderamente importante para el fortalecimiento de la economía, promovida desde abajo, con la gente y para la gente, ha sido la aportación de nuestros héroes vivientes, los migrantes mexicanos, quienes en los primeros seis meses de este año enviaron remesas a sus familiares por 16 mil 845 mdd, el monto más alto que se ha registrado en toda la historia del país. Las remesas son la principal fuente de ingresos de México”.
Inmediatamente hubo aplausos, ante lo que parece un éxito nacional más que el termómetro de una enorme diáspora.
El aumento de las remesas (que romperán otro récord este año superando los 35 mil mdd) se debe a la bonanza económica en EU en combinación con su férrea política migratoria actual que ha puesto a los paisanos en una situación de incertidumbre.
No somos los únicos, sino que formamos parte de un nuevo fenómeno mundial.
El Banco Mundial estima que hay 270 millones de migrantes que este año enviarán a sus países de origen 689 mil mdd. Esta cifra marcará un hito: por primera vez las remesas superarán a la inversión extranjera directa que recibirán todos las economías en vías de desarrollo. Y hasta hay una explicación social: cuando los países receptores viven crisis de incertidumbre, el dinero de las grandes inversionistas se frena, mientras aumenta el de los parientes que pueden ayudar a su familia.
¿Por qué se presentó como un dato positivo al aumento de remesas? En el sitio web del FMI hay un interesante análisis al respecto: “¿Quedaremos atrapados en las remesas?” (Is There a Remittance Trap?) que analiza el impacto de este dinero en el crecimiento del país receptor: “los políticos tienen buenas razones para alentar las remesas. En la medida en que gravan el consumo por ejemplo a través del IVA, las remesas aumentan la base impositiva. Esto les permite continuar gastando en otras acciones con mayor apoyo popular. Dados estos beneficios, las remesas facilitan el trabajo de los políticos al mejorar las condiciones económicas de un buen número de familias, que son menos susceptibles a quejarse o pedirles rendición de cuentas al tener un mínimo de sus finanzas básicas resueltas”.
¿Qué ocurre en nuestra economía? El año pasado 1 millón 646 mil 253 hogares recibieron remesas (53 mil familias más que en 2016) y según Inegi se usó 36% del dinero para gastos en alimentos, bebidas y tabaco; 18.6% en transporte y comunicación y 10.8% en educación y ocio.
Según este reporte, en la mayoría de los países con altos niveles de remesas, este flujo permanente de dinero no se han convertido en un motor de crecimiento, de desarrollo o de movilidad social. Solo son un bálsamo temporal que provoca un círculo vicioso de estancamiento y dependencia económica que atenta contra la competitividad que tanto necesitan los países para poder crecer.