Milenio Tamaulipas

Joaquín López

“Ni con tormenta enfrente nos llega agua a la zona sur”

- JOAQUÍN LÓPEZ joaquin.lopez@milenio.com

Con el huracán “Dorian” hemos sido testigos de una evolución climática en el planeta de proporcion­es catastrófi­cas como nunca antes, pues tan solo desde su formación hasta el momento ha cobrado la vida de 20 personas en las islas Bahamas.

“Dorian” sigue su trayecto por la costa de Estados Unidos, enfilandos­e hacia el norte, encendiend­o alertas incluso en La Gran Manzana.

Es de preocupar el hecho de que el efecto invernader­o está creando fenómenos naturales más peligrosos e incluso impredecib­les, como el hecho de que ahora los ciclones y huracanes se están moviendo cada vez más lentos, dejando destrucció­n por más tiempo.

Según una investigac­ión científica publicada en la revista Nature en junio de este año, señala que desde mediados del siglo XX los huracanes se están desplazand­o más despacio, con velocidade­s desde siete a dos kilómetros por hora.

Los expertos en hu- racanes de la NASA explican que la lentitud de estos titanes se debe a la falta de vientos en la atmósfera superior, un problema que ocurre no solo en el Atlántico.

En Tamaulipas tuvimos enfrente a “Fernand”, el cual se enfilaba hacia el sur de Tamaulipas y norte de Veracruz, pero en un cambio inesperado este se desplazó hacia La Pesca y San Fernando, pasando casi desapercib­ido en la mayoría de los 21 municipios que estaban en alerta.

Los destrozos se registraro­n en el estado vecino de Nuevo León, generando inundacion­es en la zona metropolit­ana de Monterrey.

Por un lado podemos decir que Tamaulipas pasó su primera prueba en esta temporada de huracanes; sin embargo, es tanta la necesidad de agua que tanto habitantes como dependenci­as de gobierno ansiaban su presencia, sobre todo en la zona sur.

Han muerto cabezas de ganado, miles de hectáreas de cultivo se han perdido, y las lagunas se siguen secando.

Una vez más, la necesidad de políticas ambientale­s sólidas se hace presente. No es un juego, porque esto va a empeorar.

Todavía falta que lleguen más fenómenos desde el Atlántico, y hay quienes están haciendo sus apuestas que en esta ocasión la leyenda urbana de la base extraterre­stre en Miramar no servirá ante el potencial ciclónico que se aproxima, tan inestable, que de plano nos tomará a todos por sorpresa.

Es tanta la necesidad que los habitantes ansiaban su presencia

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