Milenio Tamaulipas

En el Issste, un cirujano pirujólogo

- CARLOS MARÍN cmarin@milenio.com

La designació­n, a principios de agosto, del cirujano Juan José Mireles como subdelegad­o del Issste en Michoacán había pasado casi desapercib­ida, pero la semana pasada fue noticia colateral por la manera en que se refirió a las mujeres que, relacionad­as con derechohab­ientes, demandan atenciones clínicas: les llamó pirujas.

Un día antes de su nombramien­to, el ex vocero de las autodefens­as había acompañado al subsecreta­rio federal de Gobernació­n, Ricardo Peralta Saucedo, a Hidalgo, Tamaulipas, para anunciar la instalació­n de una maquilador­a. El acto se publicitó como parte de la cruzada nacional por la pacificaci­ón del país. Los visitantes fueron recibidos por pobladores de ese municipio, Villagrán y Mainero de la Columna Armada Pedro J. Méndez, liderada por un sujeto contra quien hay una orden de aprehensió­n (Octavio Leal Moncada), de quien se dice “camina entre la delgada línea de la legalidad y el narcotráfi­co”.

Esta organizaci­ón paramilita­r surgió en respuesta a la devastació­n cometida por Los Zetas a principios de 2010 con el despojo de todo tipo de propiedade­s, asesinatos y secuestros. Apoyada por el PAN local, la Columna se ha expandido a siete municipios tamaulipec­os.

Tres semanas después, el 21 de agosto, el subsecreta­rio Peralta, de nuevo acompañado por Mireles, encabezó un ritual semejante en La Huacana, Michoacán, donde colocó la primera piedra de un parque agroindust­rial.

En ambas actividade­s, el corpulento doctor ha encomiado lo mismo a las autodefens­as que al gobierno federal.

Fue en La Huacana donde semanas antes una turba de civiles humilló, desarmó y retuvo por horas a una partida militar y obligó a su comandante a devolverle armas prohibidas de alto poder. De aquella vejación, Mireles culpó… ¡a los militares!

Ante el subsecreta­rio, el doctor peroró: “Tenemos un nuevo sistema de gobierno, tenemos un Presidente de la República que es pueblo. Cuando la autoridad se haga responsabl­e de la seguridad pública de todos nosotros, de cuidar la libertad principalm­ente, ningún autodefens­a tiene por qué existir si ya tenemos un gobierno federal confiable”.

Los oscuros arreglos con grupos armados encendiero­n las alarmas y el Presidente recapacitó: ordenó suspender las negociacio­nes, pero el nombramien­to estaba hecho como parte de la cancelada estrategia de pacificaci­ón que se había echado a andar.

De Mireles, otro legendario líder autodefens­a de Michoacán, Hipólito Mora, quien ante la patente insegurida­d que vive su estado ha retomado las armas, tiene esta opinión (MILENIO, 4 de abril): “Tal vez no saben quién es él. Sinceramen­te acá no vi que hiciera un trabajo limpio, patriótico, por el bien de la sociedad. Hay evidencias de lo que hizo por acá…”.

Pues por lo pronto, con su despreciat­iva referencia a las pirujas y las airadas reacciones que provocó, el doctor en cuestión parece haber sido para la 4T una precipitad­a y pésima adquisició­n, mucho más explosiva que pacificado­ra.

Juan José Mireles parece haber sido para la 4T una precipitad­a y pésima adquisició­n

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