“¿Y si los robots se convierten en directores de empresas?”
¿Qué pasaría si le dijera que todo esto que lee lo escribió un robot? ¿Que cada una de las palabras, de los signos ortográficos, fueron calculados y distribuidos sobre las oraciones por un conjunto de resistencias, circuitos, cables y baterías?, ¿que un depurado y complejo algoritmo es el que redacta? ¿Sería distinta su lectura?, ¿tendría un valor diferente?, ¿lo apreciaría más?, ¿menos? ¿Y si le diera la certeza que todos los datos que se dispone a leer han sido cotejados con el total de la información que circula en el mundo? ¿Que en sus manos tiene un texto que posee todo el conocimiento que existe en el planeta? ¿Sería más valioso? ¿Y si no se tratara tan solo de este texto? ¿Y si le digo que es algo que influye mucho más en su vida? ¿Qué pasaría si le digo que nuestro Presidente es un robot?
La pregunta viene a cuento porque la semana pasada Sophia visitó México. Seguro la conoce. Se trata de la famosa robot humanoide creada por la compañía Hanson Robotics en 2015. Sophia tiene cuerpo y cara de mujer, tiene la boca pintada de rojo y los ojos color miel, pero no tiene pelo. Un casco transparente le cubre la cabeza, a través del cual se puede ver un enmarañado de cables de colores, códigos alfanuméricos y luces blancas y rojas que parpadean cuando habla.
Ajustando el casco-cabeza con el cuello sube un cierre; una cremallera cualquiera cuya única particularidad es que está pintada color carne y que en lugar de cerrar un pantalón, cierra el cuello de la robot.
La industria de la robótica y la inteligencia artificial (IA) valdrá 20 mil millones de dólares el año entrante. Mientras China la considera un sector estratégico para 2030, Corea del Sur tiene ya el mayor índice de robots per cápita (ocho veces por arriba del promedio global) y México está en el lugar 31 de esa misma tabla; Japón invertirá el año entrante 225 mil millones de dólares en ello para lograr “la sociedad superinteligente” y Putin declaró que el “país que lidere el desarrollo de IA gobernará el mundo”.
El caso es que Jack Ma, el reconocido multimillonario presidente ejecutivo de Alibaba (el Amazon chino), dice que en poco tiempo los robots serán los mejores presidentes de empresa del mundo. Tomarán decisiones valorando todos los ángulos: humano, económico, social. Tendrán toda la experiencia de todas las compañías del mundo para que las decisiones que tomen sean perfectas. No cabrán en ellos emociones ni de venganza, ni de codicia, ni de vanidad. Sus decisiones serán pulcras. Sus dichos y hechos objetivos.
Todo lo cual lleva a pensar ¿y si los mandatarios también fueran robots? ¿Y si nuestro Presidente fuera un robot? Todas las decisiones serían tomadas racionalmente: con base en datos y hechos. No habría autoritarismo, ni mentiras, ni caprichos, porque el Presidente-Robot no sabría lo que es eso. Se respetarían todos los poderes en todo el país porque el Presidente-Robot traería “precargada” todas las leyes nacionales y todos los acuerdos internacionales. Solo se invertiría en lo que la data mundial asegurara mayores beneficios para el futuro del país y de la gente y, claro, se invertiría en ciencia y tecnología para seguir perfeccionando a nuestro PresidenteRobot. ¿Votaría usted por él?
“...en poco tiempo los robots serán los mejores presidentes de empresa del mundo.”