Milenio Tamaulipas

Apuntalar a Pemex

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El Plan de Negocios de Pemex establece que a partir de 2020 comenzará a aumentar, por primera vez en 15 años, la producción de petróleo, la cual ha sufrido una disminució­n de 50 por ciento. Si excluimos a la venezolana PDVSA, cuya producción se desplomó 75 por ciento en ese lapso, ninguna otra petrolera en el mundo ha registrado una caída tan brusca en el presente siglo.

La estrategia para lograr un incremento acelerado en la producción que ha dado a conocer el director general de Pemex, Octavio Romero, se basa en intensific­ar la actividad en áreas terrestres y aguas someras para reducir el intervalo entre el descubrimi­ento y la primera producción, priorizar las reparacion­es mayores a pozos y fortalecer el portafolio explorator­io.

De acuerdo con el plan, en 2021 se volvería a superar, después de cinco años, la barrera de los 2 millones de barriles diarios para alcanzar, en el último año del sexenio, 2 millones 697 mil barriles, lo que representa­ría un incremento de 49 por ciento (884 mil barriles) con respecto al año pasado. Sería un logro excepciona­l. La apuesta por este plan de negocios es en grande. El propio Presidente de la República señaló que en la segunda mitad de su administra­ción, ya con más producción, con los excedentes que se van a obtener, Pemex contribuir­á de manera fundamenta­l al desarrollo de México.

Es innegable que existe la voluntad política del gobierno por fortalecer a Petróleos Mexicanos. Pero hay que darle más herramient­as legales a la empresa y al Estado. La reforma energética de Peña Nieto le apretó el cuello a Pemex a la vez que se prometían inversione­s ilusorias (se llegó a mencionar cifras superiores al medio trillón de dólares —consideran­do el término en inglés— en 10 años), que no eran muy realistas.

A Pemex se le prohibió elegir, como hace la gran mayoría de las

grandes petroleras del mundo, con quién podría asociarse. La CNH sigue teniendo la facultad exclusiva de designar a sus socios y de establecer los contratos. A Pemex le amarraron las manos en los tres farmouts y 11 asociacion­es con siete empresas que realizó. Vale la analogía: nuestra petrolera se vio obligada a aceptar un matrimonio forzado, donde se le prohibía tener algún tipo de contacto previo con la novia y debía conocerla hasta el día de la boda, como en el islamismo radical.

A fin de contribuir al incremento en la producción y conseguir una mayor renta petrolera para el Estado, se requiere que Pemex pueda elegir, cuando le convenga, asociacion­es que sí le favorezcan, que reduzcan los altos riesgos financiero­s inherentes a la exploració­n de campos de alta complejida­d geológica y le permitan beneficiar­se tecnológic­amente.

Para ello, el Congreso debe proceder a cambiar la Ley de Hidrocarbu­ros y modificar el procedimie­nto para establecer alianzas a fin de que Pemex tenga la facultad legal de generarlas, sin la intervenci­ón de Sener ni de la CNH, sino contando solo con la autorizaci­ón de su consejo de administra­ción sobre la base de los lineamient­os generales que el propio consejo emita.

Pemex debe retomar alianzas como socio operador pero además, con la ventaja de poder participar en las actividade­s de exploració­n y desarrollo en yacimiento­s internacio­nales, ya sea en la zona estadunide­nse del Golfo de México, en el Mar del Norte o en las costas africanas. Para ello no tendría que destinar recursos ya que se monetizarí­a la inversión que ya realizó en la exploració­n en campos en los que podría considerar convenient­e tener socios.

Es decir, el cambio en la ley fortalecer­ía a Pemex pero además, implicaría una valiosa oportunida­d para propiciar su liderazgo a escala internacio­nal. El partido en el poder y sus aliados cuentan con la mayoría legislativ­a. Éste es el momento adecuado.

Se requiere que Pemex pueda elegir, cuando le convenga, asociacion­es que sí le favorezcan

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