Milenio Tamaulipas

“Donde no hay hacienda pública sana no puede haber gobierno sano”

- Héctor Aguilar Camín

Quien no conoce su historia está condenado a repetirla, se ha dicho famosament­e (George Santayana). Quien no sabe leerla para servir su presente y su futuro, saca poco o ningún provecho de ella.

Destaqué ayer dos lecciones de nuestra Independen­cia, útiles para hoy: Con la legitimida­d política no se juega, puede producir terremotos; y La violencia es mala partera de la historia.

Hay otras dos lecciones posibles: 1. Donde no hay hacienda pública sana no puede haber gobierno sano. 2. Puede inventarse de la noche a la mañana una Constituci­ón, pero no una nación.

1. Las finanzas públicas no son heroicas. No forman parte del imaginario histórico con la misma intensidad que los gestos y las gestas de los próceres. Pero la historia de nuestras desventura­s como naciones independie­ntes puede leer se en el camino de nuestras hacienda s públicas, en la baja calidad de sus finanzas.

Las guerras de Independen­cia fueron la peor escuela imaginable en esta materia.Una escuela de saqueo, confiscaci­ones, préstamos forzosos, impuestos especiales, suspensión de garantías económicas, despojo patrimonia­l de los enemigos. Conclusión: mala hacienda, mal gobierno.

2. Las institucio­nes republican­as y democrátic­as no nacieron de nuestras costumbres políticas, sino de la quiebra inesperada de la legitimida­d de una monarquía;su remplazo fue un experiment­o colectivo de gobiernos improvisad­os, especialis­tas en caer y ser derribados.

Países como México no hallaron la forma efectiva de practicar las reglas democrátic­as soñadas por sus constituci­ones republican­as, sino hasta el año 2000. Lo que hubo en medio fue una hercúlea ortopedia de las viejas costumbres monárquica­s metidas a empujones en los moldes constituci­onales de gobiernos republican­os, democrátic­osy representa­tivos.

El país no tuvo estabilida­d política, sino cuando pudo encontrar formas semimonárq­uicas de gobierno, hábilmente ejercidas mediante la manipulaci­ón de las formas democrátic­as previstas en la ley. Fueron las décadas de la presidenci­a personal de PorfirioDí­az en el siglo XIXy de las“monarquías­s ex en ales”d el osp residentes del PRI en el siglo XX.

Podríamos estar estos días en un nuevo viaje de regreso a la costumbre, por encima de la ley.

El país tuvo estabilida­d hasta que halló formas semimonárq­uicas

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