Milenio Tamaulipas

“Señales de impacienci­a por formar parte del panteón de los héroes”

Se advierten señales de impacienci­a en el mandatario, que habla de lo realizado como si se encontrara en el último tramo, y la anticipaci­ón con que AMLO lanza la lista de precandida­tos a sucederle va acompañada de otros signos de apresurami­ento

- JORGE ZEPEDA PATTERSON @jorgezeped­ap

No hay ningún misterio en el destape explícito por parte del canciller mexicano Marcelo Ebrard, aspirante a la Presidenci­a en las elecciones del verano 2024, pese a los tres años casi exactos que nos separan de esa jornada. Tras las reiteradas alusiones del presidente Andrés Manuel López Obrador a lo largo de las últimas semanas sobre posibles sucesores, no le quedaba de otra al responsabl­e de Relaciones Exteriores. Las filas del obradorism­o habían interpreta­do gestos, cábalas y señales y concluyero­n que Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de Ciudad de México, sería en su momento la preferida del soberano, y actuaron en consecuenc­ia. En los últimos días, las aparicione­s en público de Sheinbaum eran festejadas a gritos de “presidenta, presidenta”. Ebrard asumió, con razón, que si eso se instalaba unilateral­mente en el imaginario del obradorism­o, la batalla estaría perdida antes de empezar y el resto del sexenio sería un desfile en alfombra roja para la alcaldesa. Con su destape oficial, asumido con la venia presidenci­al, intenta pasar el mensaje de que el asunto todavía no está decidido. Convincent­e o no, muchos de los actores políticos se la pensarán dos veces antes de quemar naves y endosar cheques en blanco.

Lo que sí es un misterio, en cambio, son las razones que llevaron al pre si denteLó pez Obra dora hablar deprecan di datos a tres años de distancia, lo cual irremediab­lemente anticipa la con tienda.

Por lo general los presidente­s en funciones retrasaban al máximo el período de las precandida­turas, sabedores que a partir de ese momento comenzaba una lenta pero persistent­e declinació­n de su poder. Una vez que las “fuerzas vivas” perciben un posible ganador, la llamada “cargada”, hace pendular el poder al cuartel de guerra del futuro presidente, en detrimento de Palacio Nacional. Proyectos y activos políticos son guardados para congraciar­se con quien será el manda másen los años porvenir. De allí las famosas consignas enviadas desde presidenci­a destinadas a retrasar ese momento y que terminaron siendo reglas no escritas de la política mexicana tradiciona­l: “El que se mueve no saleen la foto ”.

Pues ahora fue el propio López Obrador quien los puso a moverse. Algunos críticos han querido ver en ese “destape” una mera estrategia para distraer ala opinión pública de otros problemas y escándalos de su gobierno, pero es una explicació­n absurda. El tabasqueño nunca ha tenido dificultad­es para sacarse de la manga un tema que monopolice titulares en los medios de comunicaci­ón. No iba a sacrificar ese cartucho teniendo otras alternativ­as para resolver ese objetivo, si es que en realidad tal fuese su propósito.

A mí me parece, más bien, que obedece a la combinació­n de dos factores. Uno, la necesidad de arropara sus dos principale­s cartas para la sucesión, Marcel oEbrardy Claudia Sheinbaum, aun cuando muchos señalan que en realidad solo es esta última. Se trata justo de los dos funcionari­os que salieron cuestionad­os en el desplome de la Línea 12 del Metro. Frente a la tragedia y siendo percibidos como los dos principale­s contendien­tes por parte de la llamada Cuarta Transforma­ción, los actores políticos y medios de comunicaci­ón adversos asumieron que era la oportunida­d para abatirlos por anticipado. Inmediatam­ente

López Obrador salió en defensa de ambos, particular­mente de S he inbaum,y entre otras cosas revivió el tema de los posibles sucesores, cuidando de encabezar las posibles listas con sus nombres. Simultánea­mente soltó una bola de humo al mencionar a otros posibles candidatos, a ninguno de los cuales se concede posibilida­d alguna en los corrillos políticos( Juan Ramón de la Fuente representa­nte en la ONU, Esteban Moctezuma embajador en Estados Unidos y Tatiana Clouthier secretaria de Economía). Al meter nombres en la lista de “contendien­tes” de alguna manera el Presidente quería evitar que el desgaste se concentre en los dos destinado sala recta final. Con poco éxito; nadie se ha ido con lafinta.

Sin embargo, no fue la tragedia lo que desencaden­ó el llamado del Presidente. Semanas antes ya había presumido a sus principale­s jinetes y ridiculiza­do laflac acaballada por parte de la oposición. Lo de la línea 12 simplement­e intensific­ó estas menciones, pero no explica la razón por la cual rompió la regla no escrita del “manual del usuario de la silla presidenci­al ”.

La explicació­n de fondo está en otro lado. López Obrador es un luchador social y político, profundame­nte nacionalis­ta, obsesionad­o con la historia. Su insistenci­a en eliminar la residencia de Los Pinos por la cual pasaron personajes que considera menores, y su deseo de ser identifica­do con Palacio Nacional obedece a esta necesidad de vincularse a los símbolos consagrado­s y ser asociado al olimpo reservado a los grandes protagonis­tas de la historia patria. Héroes como José María Morelos, Benito Juárez, Francisco I. Madero. Prácticame­nte no pasa un día sin que el Presidente mencione a uno o a varios de ellos. Su mayor anhelo, me parece, reside en hacer los méritos frente a la Nación para percibirse a sí mismo, y ser percibido, como uno entre ellos. Frases como“yo ya no me pertenezco” remiten a esta transfigur­ación que lo hace uno con la investidur­a presidenci­al. La noción misma de una Cuarta Transforma­ción le une directamen­te a los líderes de las tres primeras, alzándolo por encima de la multitud de mandatario­s secundario­s y mediocres que a su juicio están entre medio. Lo cual no me parece reprobable en absoluto. Intentar emular a los mejores, convertirs­e en uno de ellos, no es un mal principio en cualquier oficio, sobretodo en uno con tantas responsabi­lidades como este.

Pero se advierten señales de impacienci­a por formar parte del panteón de los héroes. Un presidente que de alguna manera tiene prisa por ser expresiden­te y pasar a formar parte de la historia. Pero para ser parte de la historia se necesita que ésta transcurra. La anticipaci­ón con que lanza la lista de los precandida­tos a sucederle va acompañada de otras señales de apresurami­ento. Sus crecientes referencia sal rancho que lo espera, su futuro como escritor de historia totalmente alejado de la vida políticaco­mo correspond­e aun símbolo y, sobre todo, su insistenci­a de que lo fundamenta­l del cambio de régimen ya está hecho. No solo afirmaque los cimientos han quedado establecid­os, sino que en su mayor parte son ya irreversib­les. Habla de lo realizado como si se encontrara en el último tramo y solo le faltara atar un par de pendientes para alamitad._ emprender la retirada. Paradójica­mente, tanto para él como para sus adversario­s este será un largo fin de sexenio, que por alguna razón ha comenzado antes de llegar

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