Letras a toda velocidad
La generación Z, esa que va de los nacidos en 1997 hasta los del 2012, ya no usa el correo electrónico, de acuerdo con un reciente artículo del diario The New York Times (Could Gen Z Free the World From Email?).
El dato no sólo es la sentencia de muerte de este canal de comunicación, además apunta hacia un cambio radical en la manera en que dos personas se comunican por escrito.
El correo electrónico guarda todavía las formas de la carta que se enviaba por correo tradicional: hay que saludar al otro y hacer un preámbulo, unas líneas de cortesía, antes de ir al asunto que queremos tratar y, al final, hay que despedirse y luego firmar con nuestro nombre. El correo electrónico es una carta, como las que enviábamos en el pasado, que viaja a la hipervelocidad de la Red.
Lo que molesta del correo electrónico a la generación Z es el pozo del spam que se traga algunos mensajes, y también lo impráctico que resulta enviar fotos o videos, la pila de mensajes no leídos que se van acumulando, y que es un canal de comunicación asociado al trabajo y a lo obligatorio. Todas estas molestias producen en la Generación Z una dolencia, mental y quizá hasta espiritual, llamada inbox stress.
Tampoco gusta, y esto es todo un síntoma, que el correo electrónico se escribe normalmente en un teclado de computadora, sentado en una silla, a la cansina velocidad del siglo XX, y no en el del teléfono, con los dos pulgares, en cualquier posición o situación, y a toda velocidad.
El Email compite, y va perdiendo, con los múltiples sistemas de mensajería hiperveloz, como, digamos, el WhatsApp, donde no hay que guardar las formas ni hacer preámbulos de cortesía y con frecuencia, gracias a la practicidad del emoji, no hay ni que escribir.
Hoy en la comunicación por escrito importa más la inmediatez que lo escrito, mientras más corto y simple sea el mensaje, mejor. Sentarse a escribirle al otro, invertir tiempo en eso ya es cosa de otro tiempo, lo de hoy es la inmediatez, la velocidad: lo que sea pero a toda velocidad.