Milenio Tamaulipas

Frida y Leonora

- BRAULIO PERALTA

Raúl Ortiz y Ortiz, traductor de Bajo el volcán, de Malcolm Lowry. Un testimonio de cómo algunos mexicanos veían a Frida Kahlo y Diego Rivera. Me pidió no publicarlo. Se arrepintió de decirme cómo un sector de la cultura miraba de reojo al muralista y su esposa, frente a personajes como Leonora Carrington o Remedios Varo. La publico porque no daña a nadie, sobre todo después del libro de Frida en París, 1939, libro de primera de Jaime Moreno Villarreal.

“No, de ella no puedo decir nada, aunque sí, la conocí. Brillaba con su presencia. Todos volteábamo­s a contemplar­la. Era rara y clásica a la vez, con esos vestidos tradiciona­les, tan suyos. Aunque a nadie interesaba su pintura: era más atractiva en persona que en su obra, principalm­ente sus autorretra­tos. En la policromía él es quien destacaba: inundaba de colores las paredes de México. Se sabía que ella pintaba, cuentan, con ayuda de él, pero no lo puedo comprobar. Fue la hija de él quien esparció el rumor.

“Conocí mejor a la inglesa desde que llegó a México, con el poeta. Ellas no se llevaban, y era natural. No tenían nada en común. Frecuentab­an diferentes­extranjero­s en México son fundamenta­l es en el arte. No era lo mismo ira casa de la inglesa ola catalana, que estar en el círculo del mura lista. Eran mundos o puestos. Él había renunciado ala vanguardia europea para hacer su renacimien­to mexicano. Ellas en cambio traían al país su creativida­d, huyendo de guerras civiles o mundiales. Los aceptamos inmediatam­ente...

“Tiene que comprender que los artistas mexicanos estaban en otra frecuencia, no sé, como en el rescate de nuestras raíces, la identidad nacional. Eso chocaba a la gente que deseaba lo que pasaba fuera de su provincia. México se había levantado de una revolución y crecía en los 30 y 40. Queríamos ver algo más. Eran opuestos el origen, y el exterior. La inglesa destacaba, porsubelle­za, y por susobras. La española no se quedaba atrás…

“Nadie comprendía porque ellos, el muralista y la pintora, seguían juntos, cada quien con su amante en turno… Pero le pido no publique nada de esto. No vale la pena y no me interesa pasar como si fuera un adepto de Carlota y Maximilian­o…”.

Cada quien sus conclusion­es.

Se arrepintió de decirme cómo un sector de la cultura miraba de reojo al muralista y su esposa

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