Milenio Tamaulipas

¡El Ejército, al patíbulo!

- JUAN IBARROLA C. j.ibarrola@cadenadema­ndo.com @elibarrola www.cadenadema­ndo.com

El fantasma de la militariza­ción en México no es provocado ni promovido por los militares; lo producen quienes saben los efectos de dejarlos enelc entro del ad ud apolítica, misma que no está en el alcance militar solucionar.

El anuncio del presidente —el pasado lunes—, referente al futuro inmediato institucio­nal de la Guardia Nacional, más que confuso, tuvo el poder de generar polémicas innecesari­as para el momento político-social que vive nuestro país.

Aun y a pesar de que ayer declaró que la oposición no debe politizar la seguridad, él lo hace sin recato, es decir, la necesidad de que la Guardia Nacional se adhiera completame­nte a Sedena no debiera ser la inquietud. La manera de anunciarlo y el cómo pretende hacerlo es lo que convierte a esta decisión presidenci­al en un asunto de naturaleza política, legislativ­a y judicial, donde se insiste que los militares quedan atrapados en medio de la controvers­ia.

La semana estuvo plagada de análisis y críticas hacia la intención del presidente, generando además del enfrentami­ento constituci­onal, que las baterías se enfilaran hacia el ejército, para señalar lo por lo menos, como el artífice de esta controvert­ida propuesta y por lo más, como el camino directo al cenit delempod era miento militaren México.

No dimensiona­r el poder que los militares han construido y aprovechad­o en los últimos 50 años es un grave error de juicio. Este poder no ha servido para deteriorar a México, mucho menos para amenazarlo o bien, para hacerse del poder político nacional. El poder militar es aceptado con confianza y agrado por la gente; el gran pueblo no se cuestiona a dónde debe pertenecer la GN, al contrario, uno de los principale­s afectos en la gente es justamente la conformaci­ón militar en ella.

La llegada de la Guardia Nacional a la Sedena no significa la militariza­ción de la seguridad pública; esta función y responsabi­lidad de gobierno es, por mucho, más de lo que las fuerzas armadas pueden abarcar de manera general, es decir, quienes afirman lo de la militariza­ción no comprenden que dentro de la seguridad pública se encuentran policías municipale­s, rurales, estatales, ministeria­les, comunitari­as, de investigac­ión y otras más.

La seguridad pública son alcaldes y gobernador­es, ministerio­s públicos y jueces, fiscales estatales y el fiscal general. Son ministros y magistrado­s de la Suprema Corte. Son también diputados locales y federales, síndicos y senadores.

El conjunto humano que agrupa a la seguridad pública es tres veces mayor al número de efectivos militares.

De lo anterior, los criminales saben que no pueden enfrentar directamen­te a soldados o marinos; cuando lo hacen, aprovechan las debilidade­s de la seguridad pública, como sucedió en Ciudad Juárez, Zapopan e Irapuato esta semana. De estos terribles hechos solamente se acusa a los militares, ya que de responsabi­lizar a las autoridade­s de seguridad pública, ¡nada! ¡El Ejército, al patíbulo!

Los demás como siempre, como sí nada.

Cabo de Guardia

El periódico El Universal publicó en su edición de ayer una nota que tituló “Inmortaliz­an las frases de AMLO en sedes militares”.

Efectivame­nte, las frases del actual presidente se encuentran en gran parte de las unidades militares y naval es de nuestro país.

En todos los sexenios que llevo cubriendo esta fuente informativ­a, las frases de los comandante­s supremos de las fuerzas armadas en turno han sido plasmadas en las unidades.

A partir del 1 de octubre de 2024, esas frases cambiarán.

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