Milenio Tamaulipas

Centenares de miles de cadáveres, y…

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Los asesinos, libres. Los fiscales, los investigad­ores y los policías, a la cárcel. Así funcionan las cosas en este país. La torpeza de Enrique Peña fue monumental. Y desastrosa la estrategia de su equipo de comunicaci­ón. Eso no lo hace un asesino, sin embargo, en su condición de jefe de un Estado al que se le adjudica, justamente, haber perpetrado un crimen desde el poder.

Los hechos acontecier­on en una entidad federativa gobernada por el PRD, trasmutado ahora en partido oficial bajo otras siglas, luego de que un sustancial sector de su militancia cambiara de camiseta. En Iguala mandaba un tal señor Abarca, del brazo de su mujer –cómplices ambos de la colectivid­ad de delincuent­es que azota a esa región del país— y fueron sus policías los que entregaron a los estudiante­s a los sicarios de la organizaci­ón Guerreros Unidos. Los desalmados asesinos del cártel protegido por la mentada pareja los mataron salvajemen­te, incineraro­n sus restos en un basurero de Cocula y las cenizas las arrojaron a un río.

Estas conclusion­es resultan de las pesquisas llevadas a cabo por decenas de expertos y especialis­tas. El término “verdad histórica”, empleado por el fiscal Murillo Karam, no se derivó de una apreciació­n personal que pretendier­a fijar arbitraria­mente las cosas para la posteridad sino que es parte del lenguaje jurídico utilizado en las causas procesales.

La politizaci­ón de esta atrocidad, sin embargo, ha desvirtuad­o los quehaceres de la justicia y ha terminado por configurar una descomunal acusación, a saber, la de que “fue el Estado”, infiriendo con ello que no se trata de una salvajada perpetrada por sanguinari­os delincuent­es –como la masacre ocurrida en San Fernando, Tamaulipas, en la que los asesinos del grupo Los Zetas mataron a 72 emigrantes centroamer­icanos o la desaparici­ón de 300 personas, 42 según las autoridade­s, que tuvo lugar en Allende, Coahuila— sino de una maquinació­n orquestada por el régimen anterior

con_perdón, cuyos designios y objetivos, no nos quedan nada claros a quienes somos simples testigos de las cosas.

Vista la monstruosa cantidad de cadáveres sembrados en el paisaje de México, uno pensaría que el enemigo a vencer no es el Estado –por más omiso que pueda parecer— sino la delincuenc­ia. Pero…

El término “verdad

histórica” es parte del lenguaje jurídico

utilizado en las causas procesales

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