Milenio Tamaulipas

El testigo que cantaba boleros

- ALFREDO CAMPOS VILLEDA @acvilleda

En su decimoctav­a acepción en el Diccionari­o de la Lengua Española, “cantar” significa “descubrir o confesar algo, generalmen­te bajo presión”, pero en su definición primera es “producir con la voz sonidos melodiosos, formando palabras o sin formarlas”. La Fiscalía General de la República se armó con un testigo clave en el caso Ayotzinapa, Bernardo Cano Muñozcano, que ha mostrado habilidade­s para cantar las rancheras y cantar como delator.

Protegido, asesor, secretario y hombre que cargaba el maletín del jefe, Cano trabajó más de una década a la sombra de Tomás Zerón, desde los días de éste en la Procuradur­ía de Justicia del Estado de México hasta la titularida­d en la Agencia de Investigac­ión Criminal en el sexenio de Enrique Peña Nieto, donde agarró a ambos el caso Ayotzinapa, en 2014.

Sin embargo, años atrás, desde sus épocas de estudiante de derecho a finales de los 90, Cano cultivaba el gusto por la cantada y de hecho llegó a grabar un disco, Vivir sin ti, fuera de los catálogos de Apple Music y Spotify ahora, pero del que existe constancia física como CD y en la plataforma MySpace. Sus otrora compañeros en los pasillos policiacos lo recuerdan amenizando las reuniones de sus jefes con boleros y rancheras, “puros cóvers”.

Hoy sus ex compañeros lo ven por lo menos como “un traidor” por su condición de testigo protegido, desde la cual ha lanzado la especie de un cónclave, en el que identificó a su ex protector Zerón, a Jesús Murillo Karam, a Ángel Aguirre Rivero y a Omar García Harfuch como algunos de los conspirado­res que diseñaron la verdad histórica sobre la desaparici­ón de los 43 normalista­s.

A falta de Zerón, quien continúa oculto en Israel y donde, por cierto, ayer estaba una comitiva de la FGR revisando el avance de la solicitud de entrega del policía, los fiscales recurriero­n a su hombre más cercano en los últimos años para delinear la versión “alterna” de “crimen de Estado”, pese a que la narrativa de la noche de Iguala es sustancial­mente la misma que la “histórica” y añade ahora la eventual conspiraci­ón que ha cantado Cano.

Una confesión, por cierto, que el propio Presidente descalific­ó al día siguiente: “No, van a salir muchos nombres y eso no responsabi­liza a nadie”.

Los ex compañeros de Cano lo ven por lo menos

como “un traidor”

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