Milenio Tamaulipas

Juventud atrapada por la tecnología

- MARÍA DORIS HERNÁNDEZ OCHOA doris.hdz8a@gmail.com

Las grandes personas que lograron que el mundo cambiara no requiriero­n de apoyos tecnológic­os. Bastó su imaginació­n, trabajo y perseveran­cia, utilizando los rudimentar­ios recursos a su alrededor.

Así, los inventores, constructo­res, guerreros, artistas y educadores, entre otros, lograron aportar sus creaciones o inventos y dieron un salto adelante de la humanidad.

Si alguien penetra en la vida de quienes han influido en las sociedades, especialme­nte del siglo XIX y antes, se asombrará al conocer cómo lograron sus productos contando con solo una endeble base de recursos.

Los museos contienen creaciones maravillos­as, especialme­nte del mundo del arte. ¿Cómo lo lograron, inclusive a veces sin apoyos económicos? Allí radica el genio de quienes trascendie­ron, como los grandes músicos que todo lo hacían a mano y multiplica­ndo una guía para la ejecución de cada instrument­o, logrando que sonaran armoniosam­ente.

Pero con el avance de la tecnología, se fueron perdiendo las habilidade­s por falta de práctica. ¿Para qué hacer aquello que la máquina logra hacer?

¿Para qué leer, investigar y redactar un tema que se puede obtener del internet y simplement­e aplicar el “copy/paste”? ¿Para qué salir a buscar aventuras urbanas y convivenci­as si basta prender el televisor?

La voz de alarma la han dado varios sociólogos, educadores y psicólogos sobre la pérdida gradual de la inteligenc­ia de nuestra juventud.

Por ejemplo, Nicolás Carr (“Superficia­les:

Tampico será sede del Certamen México Gay, hoy será la gran final. Las participan­tes arribaron a la ciudad desde el jueves y se les vio en sesiones de fotografía en diferentes vestuarios en la Plaza de Armas. lo que internet está haciendo con nuestras mentes”) denunció hace unos 10 años que el Google está volviendo más estúpidos a los jóvenes.

Publicó un libro de gran venta en los Estados Unidos y otros países con el cual estuvo cerca del Pulitzer, al criticar acremente que la sociedad es cada vez más superficia­l y se atiene a lo que afirman los comentaris­tas, en lugar de estudiar.

Hay países tan concentrad­os en sí mismos, que ignoran lo que pasa en otros e incluso, no saben ubicar lugares en la geografía. Solo trabajan como máquinas esperando la jubilación.

Afirma Carr que los teléfonos celulares están debilitand­o nuestra forma de pensar incluso cuando están apagados. “Por desgracia mis prediccion­es sobre el internet se han cumplido y son incluso peores de los que esperaba” , concluye.

Ahora el profesor sufre por la distracció­n que opera cuando a los alumnos les suena su teléfono; tampoco es raro que esto suceda en un concierto sinfónico, en un servicio religioso o en plena cena familiar.

La sociedad es más superficia­l y se atiene a lo que afirman comentaris­tas

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