Milenio Tamaulipas

De Congregaci­ón Cárdenas, Ver.

-

En el nuevo mercado de Tampico, donde lo común es encontrars­e con negocios dedicados a la venta de comidas, carnes frías, pescados, cárnicos y hasta desechable­s, destaca uno que se ubica justo a un costado de las escaleras eléctricas de este centro de abastos; no es muy amplio, con una cortina que no te permite ver su interior, pero que en su pequeña fachada tiene un letrero que dice: “Masajes Amado González”.

Se trata del local de un conocido “sobandero” o masajista que por más de 50 años ha dedicado su tiempo a curar a muchas personas que acuden con él para resolver sus dolores corporales. Su propietari­o es Amado González Barrios, fisioterap­euta que llegó en 1950 a Tampico procedente de Congregaci­ón Lázaro Cárdenas, Veracruz; que primeramen­te se dedica a la venta de limones en las calles y que pocos años después empieza a dar masajes en este punto de la ciudad.

Don Amado levanta su cortina de metal a las 10:00 de la mañana, pero en dos bancas instaladas frente a su local ya hay varias personas esperándol­o y que llegan por lo menos una hora antes que él; mientras que otros caminando con dificultad y mostrando algo de dolor preguntan “¿quién es el último?”, para empezar a hacer fila y esperar su turno.

Realizar un masaje facial, capilar o atender un esguince es algo de todos los días, pero Amado González reconoce que la reflexolog­ía son terapias largas y que se trata de presionar ciertas partes del pie o manos para resolver problemas en el hígado, la colitis, tiroides, la diabetes, entre otras. En esta parte del cuerpo también se puede dar masaje para sanar las molestias en riñones, corazón, ojos y hasta el cerebro.

Con respecto a la diferencia entre el fisioterap­euta y el quiropráct­ico, indica que el segundo solo realiza ajustes, mientras que el primero resuelve todo tipo de problemas, sobre todo del movimiento con un campo más amplio de acción. En relación con los médicos, les expresa sus respetos pues tiene claro que, como él, buscan mejorar jorar la concondici­ón del paciente.

“Ellos son pura medicina, mis respetos; pero si tú le dices a un médico que te vas a ir a sobar no te lo va a aceptar, te va a decir que no, que te van a lastimar; timar; no entiendo por qué no lo aceptan”.

Cuenta que empezó este oficio cuando sufrió la fractura de su pierna derecha y el doctor que lo atendió no lo hizo bien; quitándose el yeso y con masajes que él mismo se dio, la colocó có en su posición normal.

Platica que empezó a cobrar en 1995, que antes ni un peso pedía por su trabajo, o labor altruista como le llama; ahora yo, dependiend­o el problema cobra entre

150 a 200 pesos al que puede pagarlo y al que no también lo ayuda; atiende un promedio de 10 personas diariament­e.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico