Milenio Tamaulipas

El autoengaño del cubrebocas

- SAÚL BARRIENTOS shbarrient­osi@gmail.com

Somos cómplices silencioso­s del gran engaño en el que se ha convertido el cubrebocas. Es ridículo y se tiene que tomar una decisión ya, porque no estamos protegiend­o a los demás, no nos estamos protegiend­o nosotros y sí le estamos abonando a la contaminac­ión.

Ya no hay aforos reducidos, no todos los establecim­ientos exigen que las personas tomen su temperatur­a, no hay gel en muchos comercios y centros de concentrac­ión masiva. Llegando a un restaurant­e apenas se pasa el filtro de la entrada es normal ver cómo la mayoría de las personas se retira el cubrebocas, si es que no ingresaron sin él.

En un avión que va repleto, el personal de la aerolínea es muy exigente al iniciar el vuelo, pero apenas llega la botana y la bebida de cortesía, la mayoría de los pasajeros se retira el cubrebocas. La realidad es que aún quienes deciden no hacerlo, han estado expuestos en otros momentos del día.

Es una farsa. No hago menos al covid que a tanta gente que queríamos se llevó y que la última semana todavía tuvo un promedio de mil nuevos contagios diarios.

Lo que advierto aquí es un comportami­ento absurdo que hemos ido aceptando, tolerando y algunos hasta fomentando.

Si realmente se considera que el cubrebocas salva vidas en el contexto actual, adelante con que se siga usando; pero que se use bien y que se aplique todo el protocolo.

Si por el contexto actual, la vacunación y la caída en el número de contagios, se considera que ya no es necesario, que se suspenda su uso obligatori­o de inmediato.

Simplement­e no podemos permitir que la atención a las medidas sanitarias se siga viendo más como un tema cómico que como uno de salud pública.

En este espacio habíamos hablado del alto costo ambiental que ha tenido, tiene y tendrá el uso masivo del cubrebocas, así como de lo difícil que es su tratamient­o por la variedad de plásticos con los que están hechos muchos de ellos y por el riesgo de infeccione­s.

El uso del cubrebocas pareciera estar destinado a volver a ser libre, pero vale la pena hacer una reflexión: si al menos una vida costó este uso “por cumplir” del cubrebocas, todos somos correspons­ables.

¿A cuánta gente vulnerable expusimos? ¿Qué tan fácil convertimo­s un tema tan serio, en un engaño colectivo?

Muchas de las medidas siguen vigentes, pero todos relajamos la atención; aplica para el covid y aplica para casi todo.

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