El abuelito con quien casi chocaba…
Días atrás mientras manejaba, tuve que frenar de forma intempestiva porque un taxi se pasó el alto; el conductor se frenó también de golpe sin mayores consecuencias.
Y en eso me percato de que se trata de un señor de avanzada edad, que tenía en su rostro una expresión de angustia, al darse cuenta de que estuvo a punto de provocar un accidente.
Con la mano le hice una señal tranquilamente de que continuara su camino y le cedí el paso. Pero me quedé muy pensativo y preocupado, y con la imagen de la cara acongojada del señor en mi mente.
Seguramente se hallaba cansado de trabajar, vaya Dios a saber bajo qué presiones o pendientes, y probablemente esa misma tensión disminuyó sus reflejos o se distrajo, como a cualquiera nos pasa.
Pero pensé también en esa sensación ambivalente: por una parte, me da gusto ver que
mayoresdisfrutar las personas tengan el ánimo de laborar y mantenerse activos; pero también considero que es muy triste, que después de tantos años de trabajo y de esfuerzo, muchos no puedan tener la tranquilidad de disfrutar serenamente de su retiro. Porque su pensión no les alcanza o porque incluso no tienen ingresos fijos.
Pensé en la ingratitud que en ocasiones puede impregnar a sus hijos o nietos, en la injusta administración pública de nuestros gobiernos. Recientemente celebramos el día del abuelo; algunas personas solo mediante festejos le dedican tiempo a sus viejos; quizá los llenan de regalos, tal vez les mandan un mensaje.
Pero si pudiéramos pensar cuál es el mejor regalo que pudiéramos darles, considero que sería una reflexión profunda y un cambio de actitud. Para tenerles mayor consideración, para ayudarles a construir un futuro más digno; que les permita poder levantarse día tras día, sin la angustia del qué comeré y del qué vesdetiré.
Que puedan vivir una jubilación que signifique tiempo para descansar y para viajar, con prestaciones justas, y no para que le tengan que seguir exigiendo a su cuerpo cada vez mayores esfuerzos para llevar el pan a la mesa.
El mejor regalo será, sin duda, una sociedad mucho más considerada y mucho más humanizada, agradecida con quienes nos han dado tanto: nuestros viejos. No los dejemos solos.
Es muy triste que muchos no puedan serenamente su retiro