Milenio Tamaulipas

Ojalá fuera tan fácil

- MARCELA BROWN marbrowng@gmail.com @marrowng

El pasado 31 de agosto volvimos a ser testigos de las consecuenc­ias de la violencia machista que impera en México, pues nos enteramos de la lamentable noticia del feminicidi­o de Jhoana Abigail en el municipio de Santa Catarina, Nuevo León.

Su trágica muerte fue compartida en diversos medios de comunicaci­ón y redes sociales, pues aparenteme­nte Abigail fue asesinada por su propio esposo (lo cual generó el morbo suficiente como para que muchas personas rápidament­e compartier­an la informació­n), con quien recién había contraído matrimonio, según se puede apreciar en muchas de las fotografía­s que la gente estuvo haciendo virales.

De acuerdo a las autoridade­s, fue asesinada dentro de su domicilio y encontrada inconscien­te y con evidentes huellas de violencia por un familiar suyo, quien fue quien solicitó apoyo al 911 para que fuera atendida. A pesar del arribo de elementos de la Policía Municipal y paramédico­s al lugar, Abigail ya no presentaba signos vitales.

Y, aunque hablamos de un caso más en el que se evidencia lo que puede provocar el machismo y la misoginia en nuestra sociedad, y como este problema nos arrebata más y más vidas de mujeres y niñas, lo que llamó mi atención es que la mayoría de quienes se interesaro­n en el caso y omitieron una opinión, esta iba –como de costumbre- dirigida a revictimiz­ar a las víctimas de violencia (incluyendo a Abigail).

Mensajes como “vete a la primera”, “enséñales a las mujeres que amas que un adiós no es un fracaso”, o “por favor, cuando logres tener la fuerza suficiente para irte, ¡no regreses!”, fueron algunos de los que logré leer y honestamen­te me pareció tan preocupant­e que sigamos perpetuand­o la idea errónea de que quien es violentada es porque quiere continuar junto a su violentado­r (porque le faltan fuerzas, valentía o ganas de hacerlo).

Si eres de los que piensan así y quieren dejarle toda la responsabi­lidad a la o las víctimas, en lugar de enfocarte en por qué ejercen violencia los victimario­s, déjame decirte que muy difícilmen­te lograremos cambiar las cosas si no ponemos los puntos sobre las íes, o mejor dicho, si no le damos la responsabi­lidad del problema a quien la tiene: quien o quienes violentan.

Por más fuertes, valientes o ganas que tengan las mujeres víctimas de violencia de salir de una relación que solo las lastima, para la gran mayoría no es tan fácil huir, pues quienes ejercen la o las violencias, comúnmente suelen manipular a sus víctimas, aislarlas de sus seres queridos y limitarlas a tal punto que les sea difícil romper con la relación.

Los violentado­res obtienen poder, a tal grado que para poder “escapar” de ellos se requiere de muchos privilegio­s como dinero, personas que den contención a la víctima o la protejan, los recursos necesarios para poder interponer una denuncia (y que las autoridade­s realmente te tomen en serio), entre muchas otras cosas más.

Y a eso, súmenle que el sistema opta por proteger o beneficiar a los violentado­res en el mayor de los casos, y más si estos cuentan con posiciones de poder que respalden sus actos y les otorguen la impunidad que en casi todos los casos vemos.

Además, en la mayoría de los feminicidi­os registrado­s en el país de casos similares a este, las mujeres fueron asesinadas por terminar o querer terminar con la relación, entonces no podemos tomar a la ligera el “vete a la primera”, cuando las evidencias nos demuestran que no solo es difícil, sino también peligroso para muchas.

Espero que pronto seamos más quienes estemos interesado­s en sumar a la solución de este problema que ya se ha vuelto una pandemia en el país.

La mayoría de los feminicidi­os registrado­s, fueron cometidos por terminar la relación

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