Ojalá fuera tan fácil
El pasado 31 de agosto volvimos a ser testigos de las consecuencias de la violencia machista que impera en México, pues nos enteramos de la lamentable noticia del feminicidio de Jhoana Abigail en el municipio de Santa Catarina, Nuevo León.
Su trágica muerte fue compartida en diversos medios de comunicación y redes sociales, pues aparentemente Abigail fue asesinada por su propio esposo (lo cual generó el morbo suficiente como para que muchas personas rápidamente compartieran la información), con quien recién había contraído matrimonio, según se puede apreciar en muchas de las fotografías que la gente estuvo haciendo virales.
De acuerdo a las autoridades, fue asesinada dentro de su domicilio y encontrada inconsciente y con evidentes huellas de violencia por un familiar suyo, quien fue quien solicitó apoyo al 911 para que fuera atendida. A pesar del arribo de elementos de la Policía Municipal y paramédicos al lugar, Abigail ya no presentaba signos vitales.
Y, aunque hablamos de un caso más en el que se evidencia lo que puede provocar el machismo y la misoginia en nuestra sociedad, y como este problema nos arrebata más y más vidas de mujeres y niñas, lo que llamó mi atención es que la mayoría de quienes se interesaron en el caso y omitieron una opinión, esta iba –como de costumbre- dirigida a revictimizar a las víctimas de violencia (incluyendo a Abigail).
Mensajes como “vete a la primera”, “enséñales a las mujeres que amas que un adiós no es un fracaso”, o “por favor, cuando logres tener la fuerza suficiente para irte, ¡no regreses!”, fueron algunos de los que logré leer y honestamente me pareció tan preocupante que sigamos perpetuando la idea errónea de que quien es violentada es porque quiere continuar junto a su violentador (porque le faltan fuerzas, valentía o ganas de hacerlo).
Si eres de los que piensan así y quieren dejarle toda la responsabilidad a la o las víctimas, en lugar de enfocarte en por qué ejercen violencia los victimarios, déjame decirte que muy difícilmente lograremos cambiar las cosas si no ponemos los puntos sobre las íes, o mejor dicho, si no le damos la responsabilidad del problema a quien la tiene: quien o quienes violentan.
Por más fuertes, valientes o ganas que tengan las mujeres víctimas de violencia de salir de una relación que solo las lastima, para la gran mayoría no es tan fácil huir, pues quienes ejercen la o las violencias, comúnmente suelen manipular a sus víctimas, aislarlas de sus seres queridos y limitarlas a tal punto que les sea difícil romper con la relación.
Los violentadores obtienen poder, a tal grado que para poder “escapar” de ellos se requiere de muchos privilegios como dinero, personas que den contención a la víctima o la protejan, los recursos necesarios para poder interponer una denuncia (y que las autoridades realmente te tomen en serio), entre muchas otras cosas más.
Y a eso, súmenle que el sistema opta por proteger o beneficiar a los violentadores en el mayor de los casos, y más si estos cuentan con posiciones de poder que respalden sus actos y les otorguen la impunidad que en casi todos los casos vemos.
Además, en la mayoría de los feminicidios registrados en el país de casos similares a este, las mujeres fueron asesinadas por terminar o querer terminar con la relación, entonces no podemos tomar a la ligera el “vete a la primera”, cuando las evidencias nos demuestran que no solo es difícil, sino también peligroso para muchas.
Espero que pronto seamos más quienes estemos interesados en sumar a la solución de este problema que ya se ha vuelto una pandemia en el país.
La mayoría de los feminicidios registrados, fueron cometidos por terminar la relación