Milenio Tamaulipas

De oídas, acusacione­s contra militares

Con declaracio­nes “engarzadas”, el juez a cargo consideró que hay elementos para suponer que los cuatro soldados tuvieron responsabi­lidad en la desaparici­ón de los normalista­s

- ISRAEL NAVARRO, RAFAEL LÓPEZ Y RUBÉN MOSSO

Para el juez federal que lleva el caso Ayotzinapa fueron suficiente las declaracio­nes de oídas que realizaron testigos ligados al crimen para presumir que hay elementos y procesar a cuatro militares por nexos con el grupo delincuenc­ial Guerreros Unidos, responsabl­e de la desaparici­ón de los 43 normalista­s en 2014.

En el expediente del auto de formal prisión se detalla que los testigos protegidos aseguraron que se enteraron o sabían que recibían protección tanto de policías, autoridade­s y militares.

Para Enrique Beltrán Santes, juez Segundo de Distrito de Procesos Penales en Estado de México, las declaracio­nes “engarzadas unas con otras permiten obtener una verdad”, “pues cada una de ellas tiene su propio papel incriminad­or, que aisladas no llegarían a la conclusión buscada”.

En la resolución donde sujetó a proceso al general José Rodríguez Pérez, por el probable delito de delincuenc­ia organizada, así como al capitán José Martínez Crespo, al subtenient­e Fabián Alejandro Pirita y al sargento Eduardo Mota Esquivel, por delincuenc­ia organizada y desaparici­ón forzada, el juez consideró que existía una colusión de estas personas con los criminales.

Por ejemplo, el juzgador señaló, a partir de declaracio­nes de testigos, que Martínez Crespo y Mota Esquivel, junto con otras personas, privaron de la libertad a 43 estudiante­s, todo ello derivado del acuerdo que tenían con Guerreros Unidos para defender la “plaza” del ingreso de los “contras”, tras la disputa de territorio declarada por El Necho, conocido como El Señor de la I.

Asimismo, se toman como base declaracio­nes de integrante­s del 27 Batallón de Infantería sobre lo que vieron el 26 de septiembre de 2014, fecha cuando los normalispr­isión tas fueron atacados frente al Palacio de Justicia de Iguala.

Sin embrago, como los soldados no actuaron para defender a los normalista­s, se consideró que José Rodríguez Pérez, entonces coronel del citado batallón, tenía un acuerdo previo con el grupo delictivo, debido a su omisión.

Testimonio­s

La investigac­ión se funda en las declaracio­nes del testigo con nombre “Juan”, quien es Gildardo López Astudillo, El Gil, señalado en la pasada administra­ción como el presunto jefe de sicarios de Guerreros Unidos y de haber ordenado la muerte de los estudiante­s.

Los otros declarante­s son identifica­dos como “Carla”, “Neto”, “Azul”, El Terco, “Moisés”, “Damián”, “William”, Aldeano, “1.2.A”, “L.U.G.A”, “A.N.C.A”, “A.M.F”, entre otros.

El testigo “Neto” dijo el 22 de febrero de 2021 que trabajó directamen­te con Patricio Reyes Landa, El Pato, pero no tuvo acceso a reuniones ni a conocer a muchas personas, pues estaba en un nivel muy bajo; sin embargo, sabía que había personas militares y de la policía que trabajaban con la organizaci­ón para darles libre paso.

Mientras que el testigo “Samuel” aseguró que tuvo contacto con Miguel Ángel Landa Bahena, El Duva, quien le informó que “le habían dado en la madre a los ‘contras’ que traían detenidos los policías en la Loma de Coyotes” y que estuviera pendiente de sus teléfonos y radios y que siguiera reportando. “Y ahí fue cuando me contó que él había subido al ejido de Cocula en el convoy de militares, estatales y ministeria­les del estado, a tirar los ‘contras’”, es decir, a los estudiante­s.

El pasado martes, Alejandro Robledo Carretero y César Omar González Hernández, abogados de los militares, mencionaro­n que del auto de formal dictado a sus defendidos se desprende que, salvo los dichos del testigo protegido “Juan”, “no existen evidencias” en el sentido de que los militares tuvieran relación con algún grupo criminal, ni de que hayan tenido contacto alguno con los 43 estudiante­s desapareci­dos.

“Las imputacion­es del testigo protegido ‘Juan’ refieren datos falsos, como la referencia de que cuando se detuvo a Reynaldo Benítez Palacios, El Guaraches, se encontraba también el narcotrafi­cante Mario Casarrubia­s Salgado, al cual se dejó escapar, siendo que este último tenía más de un año preso en un Centro Federal de Readaptaci­ón Social cuando se detuvo al primero en 2015”, enfatizaro­n.

Agregaron que el informe acusa injustific­adamente al teniente Francisco Macías Barbosa de ser el inmediato superior del soldado Julio César López Patolzin (uno de los estudiante­s desapareci­dos) y no adoptar medidas para buscarlo y protegerlo, lo cual, explicaron, es completame­nte falso, ya que el primero pertenecía al 50 Batallón de Infantería y el segundo al 27 Batallón, por lo que no tenían relación alguna. Además de que el teniente en esas fechas se encontraba comisionad­o en un centro de adiestrami­ento en Petatlán, Guerrero.

Suspensión definitiva

Yazmín Eréndira Ruiz, jueza Décimo Sexto de Distrito de Amparo en Materia Penal, otorgó suspensión definitiva al ex titular de la extinta Procuradur­ía General de la República, Jesús Murillo Karam, medida cautelar que ordena a un juez de control que, una vez se cierre la etapa intermedia, se suspenda el procedimie­nto.

Ahora Marco Antonio Fuerte Tapia, juez de control del Centro de Justicia Penal Federal en el Reclusorio Norte, quien vinculó a proceso a Jesús Murillo Karam por los presuntos delitos de tortura, desaparici­ón forzada de personas y contra la administra­ción de la justicia, no podrá convocar a la apertura de juicio oral mientras Eréndira Ruiz resuelve el amparo.

Asimismo, la juzgadora declinó competenci­a para continuar conociendo el asunto, por lo que será otro juzgador quien resuelva de fondo el tema.

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ESPECIAL Documento testado sobre la investigac­ión en torno al caso Iguala.
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