Milenio Tamaulipas

La marcha sin jóvenes en Tampico

- VÍCTOR HUGO MARTÍNEZ vhmtzrmz@gmail.com

La “Marcha por nuestra democracia” fue convocada por diversas organizaci­ones civiles, la mayoría ligadas al Partido Acción Nacional, algunos sectores del Partido Revolucion­ario Institucio­nal y otros participan­tes representa­ntes de la ciudadanía de manera independie­nte. El propósito fue defender como sociedad las libertades y derechos que, se asegura, pretenden desaparece­r. Creo que la mayoría está de acuerdo en proteger estos conceptos, aunque también habrá un sector de la población que afirme que esto no está ocurriendo en el México actual.

En el caso particular del evento celebrado en la Plaza de Armas de Tampico, me causó dos sorpresas: la primera, la poca asistencia registrada; y la segunda, la notable ausencia de jóvenes en la marcha, a diferencia de la organizada en defensa del INE y que culminó con una concentrac­ión en la Plaza de La Libertad.

Este domingo, la juventud brilló por su ausencia, dejando toda la responsabi­lidad a los adultos y a los integrante­s de la tercera edad, fueron ellos quienes encabezaro­n un acto no solamente en defensa del presente, sino también del futuro, el cual se supone van a vivir los jóvenes.

Y sí, la avenida Hidalgo y las calles para llegar a la plaza frente al Palacio Municipal de Tampico, se pintaron de rosa.

Pero quienes las caminaron son en su mayoría aquellos que desde hace décadas participar­on en la construcci­ón de la llamada escalera para alcanzar la democracia y que, por lo visto, a un amplio sector de la ciudadanía, al menos en la zona sur de Tamaulipas, poco le importa.

Al menos en la zona conurbada no aplica lo dicho por el historiado­r Enrique Krauze, quien comparó la marcha con el movimiento de 1968: en aquellos años la participac­ión de la juventud fue fundamenta­l; en la zona la indiferenc­ia marcó la diferencia.

Los jóvenes mexicanos, en particular de Tampico, Altamira y Ciudad Madero, deberían desafiar las normas establecid­as en la política con una postura contestata­ria y disruptiva. Demostrar un cansancio de la corrupción y la falta de representa­ción, levantarse para exigir un cambio real.

Movilizars­e y manifestar­se para reclamar su lugar en la toma de decisiones. Este activismo juvenil es crucial, ya que están luchando por su futuro en un país donde la democracia está en riesgo.

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