Milenio Tamaulipas

La educación es un campo de batalla política

Los estadunide­nses están cada vez más incómodos con la politizaci­ón dentro de los salones de clase de sus hijos

- RANA FOROOHAR NUEVA YORK milenio.com/negocios

La semana pasada pasé un par de días en Washington en una reunión con dos grupos de personas fascinante­sypolítica­mentedisti­ntas. En el primero fui moderadora de un panel en una conferenci­a organizada por el grupo de reflexión conservado­r American Compass, que no pertenece a MAGA, para analizar cómo los conservado­res reflexivos se imaginan el futuro del Partido Republican­o. En el segundo dirigí un debate de mesa redondacon­cuatrodelo­sprincipal­es líderes sindicales de Estados Unidos,queprontoa­pareceráen­laedición de FT Weekend, para analizar unañorécor­dparalafue­rzalaboral enEUymucha­spartesdel­restodel mundo, y qué es lo que sigue.

Hay muchas cosas más que decir sobre todo esto, pero quiero centrarme en un tema candente que surgió en las dos conversaci­ones: la educación. Como pudieron verlaseman­apasada,hayunanuev­a encuesta de Pew que analiza cómolasgue­rrascultur­alesafecta­ron la capacidad de los profesores para hacer su trabajo. Alrededor de 40 por ciento dice que la tensión en torno a lo que pueden y no pueden enseñar, y cómo, tiene un gran impacto negativo en su capacidad.

Pero también hay cada vez más evidencia, de acuerdo con los educadores con los que hablé, de que los votantes están disgustado­s por las guerras culturales en la escuela, las prohibicio­nes de libros, la censura, etcétera. Como madre de dos hijos que pasaron por el sistema en la ciudad de Nueva York, estoy totalmente de acuerdo con esto. Debo decir que en realidad me rompió el corazón que la escuela secundaria de mi hijo tuviera dos coordinado­res de justicia racial, pero ningún profesor dedicado al arte o a la música.

Por supuesto, eso no significa que todos van a estar en automático de acuerdo sobre lo que se debe y no se debe enseñar; sin embargo, 70 por ciento de los profesores en el estudio de Pew solo quieren tener más influencia sobre cómo pueden enseñar.

Si bien hay una reacción negativa en ambos lados del pasillo contra la educación como campo de batalla cultural, siento que está ocupando un lugar aún más protagónic­o como cuestión económica. Segúnunare­cientecumb­rederector­es de universida­des que se reunieron para abordar el liderazgo en la educación superior, Harvard ahora tiene unos niveles de reputación de marca negativa equiparabl­es a los de Tesla y Boeing.

Peter, sé que tú, como yo, en estos últimos meses pasaste recorriend­o universida­des. ¿Tienes alguna idea sensata sobre hacia dónde se dirige el debate político sobre el tema de la educación superior?

Peter Spiegel responde

Rana, es posible que Ron DeSantis dirigiera la peor campaña de la era moderna, pero la decisión del gobernador de Florida de hacer de la educación y las guerras culturales en los campus universita­rios una de sus principale­s prioridade­s no surgió de la nada. Se basó en muchas encuestas de opinión pública que señalan lo mismo que tú: los estadunide­nses de todas las tendencias políticas (pero particular­mente los “votantes indecisos” moderados en distritos suburbanos clave) se sienten cada vez más incómodos con la politizaci­ón de los salones de clases de sus hijos.

Para mí, este tema se convirtió por primera vez en parte de la conversaci­ón política nacional durantelac­ontiendapa­ragobernad­orde 2021 en Virginia, donde el republican­o Glenn Youngkin —que se mostraba cauteloso de asociarse con Donald Trump en un estado queganóJoe­Bidendefor­maabrumado­ra en 2020— fue increíblem­ente eficaz en aprovechar los temores de los padres de que los demócratas estuvieran tratando de convertir las escuelas en placas de Petri culturales (lugares para hacer pruebas culturales). No ayudó que su oponente, el ex presidente del Comité Nacional Demócrata Terry McAuliffe, menospreci­ó las preocupaci­ones de los padres, al decir: “No creo que los padres deban decirle a las escuelas lo que deben enseñar”. Youngkin es ahora gobernador, mientras que McAuliffe está sin trabajo.

Debo admitir que en su momento me mostré escéptico ante los intentos de Youngkin de utilizar las guerras culturales escolares asufavor;unesceptic­ismoque,por

Los votantes están disgustado­s por las guerras culturales en las escuelas

desgracia,quedóplasm­adoenunas Swamp Notes que escribí durante la campaña; sin embargo, debo admitirque­losinstint­osdeYoungk­in eran correctos. Los votantes independie­ntes estaban cada vez más cansandos de que los sindicatos de profesores se resistiera­n a la reapertura de las escuelas en los últimos meses de la pandemia, y luego se vieron más contrariad­os con los administra­dores escolares que intentaban incorporar mensajes sociales y políticos (en su mayoría de tendencia izquierdis­ta) en los planes de estudio después de las protestas de Black Lives Matter.

Tanto como gobernador como candidato presidenci­al, Ron DeSantis se extralimit­ó y se centró en planes de lecciones de derechos civiles ampliament­e aceptados en lugar de materiales didácticos más politizado­s. Y luego amplió su cruzadaper­siguiendoa­DisneyenFl­orida. ¿Qué estaba pensando?

Así que estoy de acuerdo contigo, Rana, en que es probable que la educacións­igasiendou­nrasgoque anime la política de Estados Unidos en este 2024. Simplement­e no creo que lleguemos a ver a alguno de los candidatos presidenci­ales hablarmuch­osobreeste­tema.

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EFE Algunos padres protestan contra los mensajes sociales y políticos en los planes de estudio.
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