LA MIGRACIÓN FEMENINA
La movilidad femenina, la migración, debiera ser una oportunidad y no convertirse, como sucede con frecuencia, en un riesgo.
En México las primeras migrantes, mujeres que salieron de su casa y su comunidad para encontrar nuevos horizontes, la sobrevivencia y el trabajo, fueron desde hace más de un siglo las trabajadoras del hogar, mujeres emprendedoras y atrevidas. Mujeres obligadas por sus condiciones, también las hubo.
La migración es una condición, así, contrastante. Miles de mexicanas han migrado al extranjero en busca de ventajas económicas y sobrevivencia; pero hoy las hay en busca de nuevos horizontes profesionales, principalmente hacia los Estados Unidos, con todos los riesgos de ser maltratadas y discriminadas.
México, además, es un país receptor de la migración de miles de mujeres centroamericanas. Por ello, es responsabilidad oficial vigilar el tránsito desde Oaxaca al Valle de San Quintín de miles de mujeres indígenas mexicanas que transitan nuestro territorio para llegar al norte del país.
El Instituto Nacional de las Mujeres tiene como una de sus preocupaciones que para unas y otras se respeten sus derechos humanos, su libertad de tránsito, aprovechar oportunidades y tener los mecanismos adecuados para gozar de protección.
Pero no solo eso; en INMUJERES hace tiempo que promovemos la investigación sobre esta condición, para explicar y explicarnos las distintas motivaciones que hacen posible la movilidad femenina, por necesidad, trabajo y búsqueda de nuevos horizontes.
Este número de TODAS muestra un panorama amplio e incluyente del fenómeno de la migración femenina; en él recogemos análisis, preocupaciones políticas, de la ley y también hemos traído a nuestras páginas el testimonio de experiencias exitosas.
Cada año INMUJERES propicia la escritura de las experiencias migratorias, precisamente para echar luz sobre la realidad de la migración femenina, profundizar sobre sus motivaciones y cuáles son las consecuencias de una legislación restrictiva en algunos países, abierta en otros y que, en México, la ley de movilidad ha generado una larga discusión.
Hemos querido también, ofrecer en este número algunos caminos para la investigación y la prevención de la violencia de género expresada en el fenómeno de la trata, el comercio internacional de los cuerpos de mujeres y los peligros que la migración entraña para todas las mujeres. Por fortuna en México hemos avanzado y modernizado algunos ordenamientos y estamos en el camino de asegurar a las centroamericanas un tránsito menos doloroso.