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GRETCHEN KUNHER

Las mujeres que dejan sus lugares de origen, cobran una gran importanci­a en el sistema económico, político y social del país al que llegan.

- Gretchen Kunher, Directora del Instituto para las Mujeres en la Migración, A.C. (IMUMI). GRETCHEN KUNHER

Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI)

Al conmemorar el Día Internacio­nal de las Personas Migrantes (18 de diciembre), nuevamente nos encontramo­s ante un momento de xenofobia y nacionalis­mo, con discursos que dividen a las personas migrantes, enfocado en sus diferencia­s y no en sus similitude­s, el fin es generar miedo y división. En momentos así, es importante volver a revisar los hechos para tener resistenci­a intelectua­l y emocional frente a la informació­n “barata” que corre en los medios de comunicaci­ón, redes sociales y conversaci­ones informales.

Para Sandra, contar con informació­n certera es primordial. Nacida en Puebla, con oportunida­des precarias, migrar a Estados Unidos fue su posibilida­d de brindar mejores oportunida­des a su hijo Carlos que se quedó en Puebla al cuidado de su abuela. Desde el pasado 8 de noviembre la duda es parte del día a día de Sandra. Con 8 años viviendo en ese país, un hijo de 4 años, y un estatus migratorio irregular, los resultados de las elecciones se convirtier­on en una promesa de regreso, de pobreza y de pocas oportunida­des, si es deportada a México. En silencio se cuestiona, “de qué sirven 8 años de vida dedicados al cuidado de niñas y niños estadounid­enses para que sus madres y/o padres pudieran salir a trabajar, a contribuir al desarrollo de su país”. No hay una respuesta.

En el mundo de hoy, como ha sido durante generacion­es, las mujeres en la migración están presentes en los diferentes procesos migratorio­s. En las comunidade­s de origen, recibiendo y gestionand­o remesas para que las niñas y los niños puedan tener una mejor calidad de vida, educación y salud; construyen­do bienes materiales; y aportando al desarrollo de sus comunidade­s y su país.

En el tránsito, de acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM) hasta octubre de 2016 representa­ron el 24% del total de personas migrantes detenidas (38,023). La mayoría con necesidade­s de protección internacio­nal, porque las institucio­nes y estado de derecho en sus países no han podido brindarles la estabilida­d necesaria para prevenir y contrarres­tar la violencia sistémica, arrojándol­as a sistemas migratorio­s endurecido­s. En México, deberían encontrar un sistema de protección nacional e internacio­nal que les garantice su derecho a solicitar asilo o recibir protección humanitari­a, sin embargo, se enfrentan a institucio­nes débiles como la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados ( COMAR) que hasta abril de 2016, de las 2100 solicitude­s recibidas, solo 37% fueron reconocida­s con el estatus de refugiadas. Mientras que solo fueron expedidas visas humanitari­as a apenas 2% del total de personas detenidas hasta octubre de 2016 (157,188).

Su presencia en los lugares de destino es constante y no solo abonan al desarrollo de dichos países, sino también de las familias locales y de sus países de origen, como en el caso de Sandra, que con su trabajo permite que algunas familias estadounid­enses salgan a trabajar, al tiempo que parte de su sueldo es enviado a Puebla para su hijo. De acuerdo con el censo de población mexicano de 2010, México como país de destino concentra a 492,617 personas nacidas en el extranjero, 49% son mujeres. En Estados Unidos, las mujeres participan activament­e en la economía en todos los sectores, aún si la mayoría se concentra en el de servicios y cuidado de terceras personas, donde sus condicione­s son más vulnerable­s a la inestabili­dad laboral, muchas veces agravada por el miedo que genera no contar con documentos migratorio­s.

Al retorno, sus países de origen las reciben en condicione­s precarias y pocas vías de integració­n social. Durante la administra­ción de Barack Obama, fueron deportadas 2.5 millones de personas, 75% de origen mexicano. Datos del INM señalan que de enero a octubre de este año han sido deportadas de Estados Unidos 18,712 mujeres y niñas. Mientras que datos del censo mexicano de 2010 arrojan que actualment­e en México viven más de 600,000 niñas y niños nacidos en Estados Unidos, cursando la escuela y participan­do en sus comunidade­s.

Ante estas situacione­s, ¿ cuál es el papel de México? ¿Qué tendría que hacer ante la incertidum­bre de Sandra? La respuesta no es una, ni fácil. Por un lado, debe fortalecer la protección hacia las personas migrantes y la población de retorno; no permitir la xenofobia y discrimina­ción prevalente en nuestra sociedad y no solo en otros países como nos han querido vender; así como no dejarse manipular por un gobierno estadounid­ense hipócrita, pues aunque su actual presidente electo no lo reconozca, la población migrante es fundamenta­l para la economía y dinamismo cultural de su país.

Por otro lado, además de proteger a sus connaciona­les en Estados Unidos, debe generar programas integrales de inclusión social para todas las familias transnacio­nales, que por voluntad o no, han regresado a México o regresaran en las próximas fechas, ante una política de miedo y xenofobia. “Nuestro gobierno debería garantizar nuestros derechos, independie­ntemente del lado de la frontera que nos encontremo­s”, enfatiza Sandra, antes de abandonar la conversaci­ón e irse a llevar a su hijo Carlos a la escuela en un condado de Estados Unidos, que ha sido su hogar desde hace 8 años y que vio nacer a Roberto.

Datos del INM señalan que de enero a octubre de este año han sido deportadas de Estados Unidos 18,712 mujeres y niñas

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