LA MIGRACIÓN DE LAS MUJERES
Desde hace más de 50 años, las mujeres representan la mitad de los migrantes internacionales; se requieren acciones y políticas específicas para ellas.
Apesar de que en 2015 las mujeres migrantes representaban 48.2% de la población migrante internacional a nivel mundial, su participación en la movilidad humana sigue siendo poco visible. Ante esta situación, es necesario reconocer la participación cuantitativa y cualitativa de las mujeres en las migraciones. Hasta finales de los años setenta, la mayoría de los escritos sobre migración internacional se enfocaban explícitamente en los hombres migrantes (concebidos usualmente como trabajadores) o parecían asumir de manera implícita, que casi todos los migrantes eran hombres. Esta suposición prevalecía particularmente cuando la atención se centraba en los aspectos económicos de la migración internacional, porque se creía que la participación de las mujeres en la migración laboral internacional era insignificante.
Pero la revisión de las estimaciones de la migración internacional revela que la participación de las mujeres y la de los hombres se desarrolla en porcentajes muy cercanos a la paridad: en 1960, las mujeres representaban 46.6% del total de personas migrantes, mientras que para el año 2015, eran más de 48%.
Por tanto, si las mujeres representan desde hace más de cincuenta años casi la mitad de las personas migrantes internacionales ¿porque se subestima su participación protagónica en la movilidad? y ¿qué consecuencias se originan ante esta falta de reconocimiento?
La percepción de una primacía masculina en las migraciones no se circunscribe al espacio académico, sino que se reproduce tam- bién en el ámbito público y social; salvo excepciones notables pero limitadas, únicamente cuando se abordan las consecuencias de las migraciones en las familias, se hace visible a las mujeres.
La falta de representación en estudios, discusiones, planeación y concreción de políticas, sobre las mujeres en las migraciones puede analizarse desde distintos enfoques. Para el caso de este espacio y con el afán de promover reflexiones posteriores en el tema, la desvalorización de la participación de las mujeres puede analizarse desde la perspectiva de género.
La discriminación contra las mujeres, basada en roles y estereotipos sexistas, que refuerza nociones tales como que las mujeres no participan en el mercado migratorio laboral o que su migración se realiza en función de una figura masculina ( padre, esposo, hijo) y, por tanto, no se realiza de manera autónoma; nulifica el papel de las mujeres en las migraciones y los efectos que la movilidad ocasiona en la vida de éstas.
El desconocer o no reconocer las motivaciones, condiciones y consecuencias de las migraciones de las mujeres, así como las necesidades de las mujeres migrantes, las supedita a una movilidad en condiciones de desigualdad de género.
La atención a las mujeres en las migraciones debe, por tanto, concebirse desde la premisa de que la migración no es un fenómeno independiente al género, y que las situaciones que mujeres y hombres enfrentan en él, tienen afectaciones diferenciadas que requieren acciones y políticas específicas.
La percepción de una primacía masculina en las migraciones no se circunscribe al espacio académico, sino que se reproduce también en el ámbito público y social