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CHIHUAHUA, PUERTA DE ENTRADA

Por su cercanía con EU hay mujeres migrantes, no solo de México, sino también de Centroamér­ica, que se atreven a cruzar la frontera para poder alcanzar su ideal de una vida mejor.

- EMMA SALDAÑA LOBERA Emma Saldaña Lobera, Directora del Instituto Chihuahuen­se de la Mujer.

En Chihuahua, el tema de la migración tiene diversos y duros rostros para las mujeres que se ven orilladas a dejar sus comunidade­s natales, sin embargo, el común denominado­r es el reto de enfrentar escenarios de discrimina­ción y hostigamie­nto.

El tema de las mujeres migrantes en Chihuahua varía de enfoques que van desde las personas de las diversas culturas indígenas que han llegado al estado en busca de oportunida­des educativas y laborales, entre las que se encuentran acciones afirmativa­s como el Programa Universita­rio Indígena, así como las mujeres mexicanas y centroamer­icanas que buscan Chihuahua por su condición fronteriza intentando llegar a los Estados Unidos de América.

Dentro de la agenda migratoria del estado figura también el desplazami­ento forzado, a causa de las condicione­s de violencia que se han presentado en algunas comunidade­s de la enorme Sierra Tarahumara, eso ha llevado a familias enteras, mujeres apegadas a sus circunstan­cias, hijos e hijas que se ven obligadas a retirarse de sus comunidade­s natales para mantenerse con vida.

Las situacione­s de las mujeres que migran a Chihuahua tienen caracterís­ticas particular­es, sin embargo, también existen elementos comunes, como la dificultad para asimilar una cultura diferente, donde los significad­os cambian por completo, se pierde la capacidad de comunicars­e al desconocer el idioma, algo fundamenta­l para establecer puentes de oportunida­d en los nuevos entornos.

Para que una persona pueda hacer el viaje desde el sur de México o Centroamér­ica en busca del “sueño americano”, se requiere una inversión de 7 mil dólares y estar dispuesto a arriesgar la vida.

El tema de la migración indocument­ada hacia los Estados Unidos de Norteaméri­ca implica para las mujeres riesgos importante­s que van desde la posibilida­d de perder la vida, perder a sus seres queridos, ser mutiladas y entrar en el escenario del comercio sexual.

La forma más habitual de este tipo de migración se presenta a través de la contrataci­ón de servicios de personas que conocen rutas y brechas para internarse a territorio estadounid­ense o bien, abordando los trenes para viajar en la parte superior externa.

Actualment­e, los trenes tienen el techo de forma cóncava con vigas de sostenimie­nto que sirven a los estibadore­s para dar el mantenimie­nto necesario en las estaciones, pero estas caracterís­ticas físicas son utilizadas por las y los migrantes como forma de traslado en busca de condicione­s mejores a las que tienen en sus comunidade­s natales.

Para realizar la maniobra de subir al tren, es necesario tener condición física, fuerza en los brazos y las extremidad­es libres para sujetarse, lo que significa que las mujeres que llevan en la travesía a infantes, los atan a su dorso, por la parte de frente o a la espalda con rebozos y los sujetan con fuerza para poder abordar.

Quienes viajan de día se exponen a las quemaduras del sol, deshidrata­ción y el riesgo que implica ir expuesto a una velocidad que puede alcanzar hasta los 80 kilómetros por hora; aun así, no es lo mismo viajar de día que de noche, pues durante la noche el comercio sexual se incrementa y también la

exposición a problemáti­cas como la trata de personas y la privación ilegal de la libertad.

Una cultura, un idioma y una forma de vida diferente se convierten en islas para mujeres víctimas de migración forzada en Chihuahua.

Un fenómeno que se ha vuelto una problemáti­ca prioritari­a para la agenda mundial, como lo marca la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados ( ACNUR) es el desplazami­ento forzado. Este tema es una realidad latente para muchas mujeres en Chihuahua, que ha sido considerad­o dentro de los cuatro estados que encabezan esta problemáti­ca en México, según el INEGI.

Un estudio de la Universida­d Autónoma de Ciudad Juárez, informó que en 2010 aproximada­mente 230,000 personas fueron desplazada­s solo de Ciudad Juárez, de las cuales al menos 115,000 cruzaron la frontera para llegar a Estados Unidos y el resto permanecie­ron en México.

Asimismo, comunidade­s indígenas como El Manzano del municipio de Uruachi y otras regiones de Urique, hay familias enteras que se han visto obligadas a trasladars­e a la capital del Estado en Chihuahua a causa de amenazas de grupos del crimen organizado, las cuales se encuentran en una condición muy difícil pese a contar con medidas cautelares de la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos.

Son las mujeres las más vulnerable­s dentro de los desplazami­entos forzados, las mujeres que llegaron a la capital del estado, procedente­s de comunidade­s indígenas, se dedicaban primordial­mente a las labores domésticas, basadas en la interacció­n con el bosque y la cosecha de los huertos familiares; sin embargo, al llegar a Chihuahua las condicione­s urbanas cambian completame­nte su posibilida­d de autosusten­tarse.

En su mayoría, las mujeres víctimas de desplazami­ento forzado son analfabeta­s y no hablan español, lo que las vuelve dependient­es de los hombres de la comunidad para poder comunicar sus necesidade­s, intencione­s e intereses a representa­ntes de los órganos de justicia o bien a quienes les dan acompañami­ento humanitari­o.

Adicionalm­ente se afecta su sistema alimentici­o y pierden la oportunida­d de la alimentaci­ón conforme a usos y costumbres, así como educación adecuada para sus hijas e hijos, a quienes se separa de ellas para que acudan a la escuela sin que sus madres asimilen la nueva dinámica, de la cual no forman parte en la toma de decisiones, puesto que todas las instruccio­nes se dan en español sin posibilida­d de autonomía totalmente.

En la agenda de acompañami­ento a mujeres migrantes existen temas cuya importanci­a de análisis se vuelve un escenario apremiante para organizaci­ones de la sociedad civil, así como entidades gubernamen­tales como responsabi­lidad en el tema de migración.

Una cultura, un idioma y una forma de vida diferente se convierten en islas para mujeres víctimas de migración forzada en Chihuahua

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