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LETY, UNA MEXICANA EN MANHATTAN

Leticia Herrera es una mujer que se armó de valor y emprendió un viaje peligroso, pero lleno de esperanzas, hasta lograr su sueño: tener una cafetería en la Gran Manzana.

- POR: GABRIELA RAMÍREZ.

Por una calle cercana a la estación del metro de la avenida Roosevelt, en el barrio de Queens, se encuentra Lety’s Bakery & Café. Es un local pequeño, pero muy acogedor. Desde afuera en la calle se puede percibir el aroma a pastelillo­s y panes. Hay unas cuantas mesas para tomar café. Casi siempre está lleno.

El establecim­iento se conoce por uno de los mejores pasteles de zanahoria de Nueva York. Ganó el segundo lugar en un concurso de repostería en la Gran Manzana.

Leticia Herrera, de menos de 50 años, llegó hace tres décadas a Estados Unidos. Llegó sin documentos, con la ilusión de reunir a su familia y pasando por un trayecto peligroso.

Tenía 16 años, iba acompañada de su mamá y varios hermanos. Es una familia de 11 hermanos, originaria de Tecomatlán, Puebla.

“La verdad, no se me hizo difícil cruzar”, recuerda sobre la primera vez que llegó a Nueva York, y todas las veces que viajó sin documentos; regresó a ver a sus hermanos al pueblo o simplement­e fue obligada a ir y venir por la oficina de migración.

Así, un día la familia estaba completa. Padres y hermanos juntos.

Hoy es una empresaria consolidad­a. Su primer empleo fue en una empresa dedicada a poner hebillas a los cinturones. “Mi primer cheque de 175 dólares, por cinco días de trabajo de 8 de la mañana a 5 de la tarde”, dice con una sonrisa.

Se casó con un joven de Tecomatlán, él estudiaba en Nueva York. Tienen tres hijos de 22, 18 y 13 años, respectiva­mente.

“Fue un poco difícil porque teníamos que trabajar mucho. Cuando nacieron mis hijos yo trabajaba vendiendo ropa en Manhattan y pues mi mamá Josefa y mi hermana Josefina me los cuidaron”, relata Lety.

Después de pasar 15 años vendiendo ropa, Lety trabajó en una farmacia cinco años hasta que por fin pudo tener su propio negocio: una pastelería. Ahí ella y su esposo han invertido no solo sus ahorros, sino su tiempo y sus esfuerzos. Así cumplió otro de sus sueños. “Mi marido es el que prepara todo, los pasteles, los panes, en fin. Yo me dedico a atender y a administra­r el negocio y mis hijos, cuando tienen tiempo y no están en la escuela, vienen a ayudarnos”.

Detrás del mostrador, Lety cuenta: “Llegamos rendidos en la noche, pero siempre ha sido así, yo no estudié y por eso siempre he tenido que trabajar muy duro”.

El esfuerzo ha rendido fruto, tanto que ya abrieron otra sucursal, también en Queens.

Encargada de que en ambos locales la atención sea excelente. Le encanta atender a la clientela.

Lety se considera muy afortunada, para ella, las cosas en Estados Unidos han fluido. Además de ser una empresaria exitosa ya tiene la residencia americana.

Al preguntar qué es lo que más extraña de México, con una sonrisa responde emocionada “¡ Las memelitas, los tacos dorados y las dobladitas!” Su antojo no tiene que esperar tanto tiempo porque cada año viaja a Tecomatlán con su marido y sus hijos.

La vida de Lety cambió completame­nte al venirse a Nueva York. Ella cree que tal vez en su pueblo no hubiera logrado tanto. Y haciendo un recuento breve de su vida simplement­e sonríe y dice que todo ha valido la pena, ella ha podido cumplir el sueño americano y se siente agradecida por las oportunida­des que le ha dado la vida.

Y finalmente, le pregunto a Lety qué podría decirles a otras mujeres, mexicanas o no, y en tono serio contesta “que sigamos luchando, que tenemos que progresar y hacer algo para estar mejor”.

 ??  ?? De migrante a pastelera. Leticia Herrera llegó sin documentos y hoy tiene una cafetería, donde vende uno de los mejores pasteles de zanahoria, en Nueva York.
De migrante a pastelera. Leticia Herrera llegó sin documentos y hoy tiene una cafetería, donde vende uno de los mejores pasteles de zanahoria, en Nueva York.

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