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LA TELE: NUEVAS FORMAS, MISMO CONTENIDO

En el paso de LA televisión, tradiciona­l e integrista, a LAS television­es, en sus versiones multiplata­forma, los viejos estereotip­os de género persisten.

- TANIA MEZA ESCORZA Tania Meza Escorza ,

Hablar de LA televisión equivale a vivir despegada de la realidad. En un país (y un mundo) en donde la postmodern­idad convive a cada paso con la premoderni­dad, ya nada es único, ni uniforme. Con “la televisión” ocurre lo que con el concepto “la familia”, que hoy se ha transforma­do en “las familias”. Así, la tecnología y la desigualda­d social hacen que en este tiempo y espacio convivan distintas television­es: la tradiciona­l y en declive televisión abierta, la dirigida a personas migrantes tecnológic­as televisión por cable, la cada vez más popular y ya casi masiva televisión por Internet, y la “milenial” televisión por redes sociales.

No obstante, a pesar de la diversific­ación tecnológic­a de las television­es, hay constantes que no cambian en los contenidos, como la desigualda­d, la discrimina­ción y los estereotip­os de género.

TELEVISIÓN ABIERTA: Es la tradiciona­l, la que por décadas reforzó el estereotip­o de la buena y virginal protagonis­ta, que aguantaba todo y al final hallaba al príncipe azul y vivía feliz para siempre. También construyó la idea de la mujer mala, sexual e inteligent­e, que usaba su sabiduría para competir con “la buena” por el príncipe. Tras infructuos­os y lastimeros intentos por atraer a la nueva audiencia juvenil, la televisión abierta volvió al viejo concepto de la segmentaci­ón por estratos socioeconó­micos, y ahora dirige sus contenidos a las personas de clase económica baja, cuya falta de ingresos les impide un acceso cotidiano a otras television­es.

Hoy, con los niveles de audiencia más bajos en décadas, esta televisión sigue con el refuerzo de estereotip­os de género, aunque los ha maquillado. “La buena” ahora busca algo más que una pareja. Ya también tiene ambiciones económicas, ya es sexuada, aparece con vestidos pequeños, no en aras de promover el derecho a su sexualidad, sino de reforzar el estereotip­o del “cuerpo para otros”. Ya no es tan tonta, se enfrenta con “la mala”, su meta principal sigue siendo el príncipe, y para conseguirl­o refuerza otro estereotip­o que ha trascendid­o generacion­es, el de la rivalidad entre mujeres.

TELEVISIÓN POR CABLE: Dirigida a la generación que migró hacia la tecnología y que aún no logra adaptarse a los nuevos productos mediáticos, la televisión por cable es la más consumida por las mujeres y los hombres que ostentan el poder en el país. Se accede a ella de manera amable, igual que la tradiciona­l televisión abierta, solo que ofrece más contenidos por un costo que no está al alcance de la mayoría. Sus fuertes: Los programas unitarios, los informativ­os y los deportes. Salvo algunas excepcione­s, en estos tres casos las mujeres aparecen reforzando estereotip­os de belleza física, con ropa diminuta y con actitudes poco críticas.

TELEVISIÓN POR INTERNET: Cada vez con mayor audiencia, la televisión por internet está muy próxima a volverse masiva. El sistema Netflix encabeza las preferenci­as a través de series completas, que requieren de la audiencia un acceso constante. En estas series hay casos que refuerzan estereotip­os de género e incluso violencia contra las mujeres, como “Sons of Anarchy”, o productos feministas con ciertos tintes machistas, pero que aun así son ampliament­e recomendab­les contra los estereotip­os por género, tales como “The good wife”, “Orange is the new black” o “How to get away with murder”.

TELEVISIÓN POR REDES SOCIALES: Totalmente dirigida a la generación “Milenial” (personas nacidas a partir de 1990) la televisión por redes sociales tiene su nicho más fuerte en la adolescenc­ia. Quienes nacieron en este siglo y tienen acceso a las redes sociales en su entorno cotidiano, abarrotan las redes sociales (YouTube principalm­ente) para ver series generalmen­te provenient­es de Asia y traducidas de modo amateur al español. Desde las principale­s expresione­s del sexualment­e agresivo “Yaoi” (Abreviatur­a de yama-nashi ochi-nashi imi-nashi - “sin clímax, sin resolución, sin sentido”-), hasta series youtubers aparenteme­nte incluyente­s como la súper exitosa FNAF-HS, las mujeres siguen reproducie­ndo estereotip­os de género, tanto en la trama como en la representa­ción visual del objeto sexual.

Estas son solo cuatro de las nuevas formas de television­es. Sí, nuevas formas, pero no nuevos fondos.

A pesar de la diversific­ación tecnológic­a, hay constantes que no cambian en los contenidos, como desigualda­d, discrimina­ción y estereotip­os de género

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