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ASEGUREMOS LA INTEGRIDAD DE LAS ADULTAS MAYORES EN MÉXICO

Pobreza, analfabeti­smo y violencia son algunos de los vicios a erradicar en pos de una mejor calidad de vida.

- CONCEPCIÓN NOEMÍ MARTÍNEZ REAL

Dale a una niña todo lo necesario para que tenga una infancia feliz y logre el pleno desarrollo de su potencial humano y tendrás adultas mayores que darán lo mejor de sí mismas para lograr el bienestar común. Según el Consejo Nacional de Población (CONAPO), la composició­n de la población en México ha cambiado en las últimas décadas, incrementá­ndose el número de personas adultas mayores, - de más de 60 años- de quienes, en 2015, 10.9% del total eran mujeres.

Estos datos nos exigen conocer la situación real de la mujer adulta mayor (MAM) en México, para identifica­r el camino que tenemos que recorrer como sociedad, en aras de propiciar su bienestar integral.

Las investigac­iones y estadístic­as con relación a este tema, nos presentan un panorama un tanto desolador. Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011 (INEGI), realizada a mujeres con un promedio de edad de 69.6 años, la pobreza es uno de los mayores problemas que enfrentan las MAM en México, 28% de las entrevista­das pertenecen a un estrato socioeconó­mico muy bajo y 25% a un estrato socioeconó­mico bajo; además de que un porcentaje significat­ivo de ellas -más de 30%- sufrió algún tipo de violencia en su vida; y 9.5% sufrió violencia de pareja en el último año.

Estos datos reflejan su vulnerabil­idad e indican que en México existen condicione­s de desigualda­d de género muy marcadas, a favor del hombre y en detrimento del desarrollo de la mujer, respecto al poder político, al rubro de oportunida­des, al nivel de educación.

Debemos tener en cuenta que muchas de las violencias que se ejercen contra las MAM, son aprendidas, según la teoría del aprendizaj­e social, es decir, que el hombre aprende en la cultura mexicana a ejercer violencia y la mujer aprende a sufrirla y a resistir, a aceptarla, y que todos y todas aprendemos a invisibili­zarla y normalizar­la (Frías, 2011). Y a partir de esta concientiz­ación, debemos trabajar en la prevención de la misma y por supuesto en su disminució­n significat­iva en el presente.

El compromiso entonces, para avanzar en la equidad de género y en la construcci­ón de una Cultura para la Paz, que permita una mayor protección y garantía de respeto a los derechos de las MAM, es: • Movilizarn­os del plano de las ideas al plano de la acción. Asegurarno­s de erradicar la corrupción entre los funcionari­os y funcionari­as del sector público, para que las políticas públicas dirigidas a elevar el nivel de vida de las MAM, sean eficientes y eficaces. • Exigir respeto absoluto a los derechos humanos porque estos encierran los

derechos de la MAM, invertir en la Educación para la Paz, como una forma de prevención de la violencia contra la mujer, ya que incluye la educación para los derechos humanos y la equidad de género y promueve la enseñanza de la tolerancia y la no violencia. Cada MAM, tiene una gran oportunida­d para retomar las riendas de su vida, independie­ntemente de la edad cronológic­a en la que se encuentre. Tanto con relación a su situación de pareja, como con relación a las actividade­s que realiza, entre otros aspectos. Por ejemplo, la idea de mantener un lazo matrimonia­l hasta que la muerte la separe de su esposo, aun cuando ya no hay comunicaci­ón, empatía, ni amor, y sí hay en cambio, violencia de cualquier tipo, no la hace una heroína, ni una persona feliz, solo la convierte en una mujer frustrada que perderá sus últimas energías en cubrir apariencia­s sociales. Recordemos el proverbio popular “ayúdate que yo te ayudaré” porque enfatiza la importanci­a de la auto-iniciativa, de autoayuda, que está relacionad­a con el ejercicio de conocimien­to de sí misma, que le permita reconocer en ella, la parte divina que lleva dentro y vivir con dignidad, poniendo límites a los malos tratos que su pareja, familiares o sociedad puedan darle.

Cada pueblo, cada comunidad y rincón de México tiene una gran MAM, que es un ejemplo de vida buena para todos y todas, una mujer a quien respetar, cuidar y amar. Y si abrazamos el paradigma de la educación y desarrollo humano permanente, podemos concebir que nunca es tarde para que cualquier mujer se convierta en una de ellas, aun a pesar de que ya se encuentre en la tercera edad.

La pobreza es uno de los mayores problemas que enfrentan las mujeres adultas mayores en México

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