ENVEJECIMIENTO DIGNO, RETO DEL ESTADO
La falta de ingresos y de seguridad social complica la vida de muchas adultas mayores, por lo que es importante que las políticas públicas se esfuercen por ofrecer bienestar a este sector.
El envejecimiento de la población mexicana crece. Su perfil es femenino: las mujeres mayores hoy son más de 5 millones, de los 9,455,000 adultos mayores de 65 años. Ellas son mayoría en proceso de envejecimiento según la indagatoria periodística y cómo vivirán más años, más de la tercera parte no tiene pensión económica por falta de historia laboral, en una situación de pobreza y abandono, de acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) e Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam).
Para toda la población adulta su situación se agravará, porque en 2030 serán 20.4 millones, según las proyecciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO), es decir un cuarto de la población total, con enfermedades degenerativas, sin capital, lo cual significará altas inversiones del Estado en hospitales y cuidado.
De acuerdo al INEGI, hoy son 5,200,000 mujeres. Casi 50% viudas o solas y 37% sin pensión laboral o de esposas.
Hoy, cada 24 horas, 800 mexicanas y mexicanos se unen al grupo de la tercera edad y para 2030 se estarán sumando diariamente 2,170 personas a esa lista, afirmó Alejandro Orozco Rubio, extitular del Inapam.
Si la situación es grave -apuntó-, “el futuro será catastrófico”, sobre todo para las mujeres que viven más años y representan a más de la mitad de la población, por lo que “nos situamos ante una inversión demográfica sin precedentes”, subrayó.
En la vejez la demanda será empleo o pensiones y servicios médicos, sociales y casas de cuidado, indicó Orozco Rubio. Ellas serán las más pobres, considerando que la tasa de participación económica en los hombres es de 50.7% y en las mujeres de 19.4%.
Hoy viven en México 12.4 millones de personas de 60, es decir 10.4% de la población, porcentaje de 53.42% de mujeres y 46.58% de hombres, según el CONAPO.
Orozco Rubio dijo que, en el corto plazo, el proceso de envejecimiento es irreversible, por ello la urgencia de asumir desde hoy políticas públicas efectivas.
Las estadísticas oficiales indican que la población ocupada de 60 y más años se incrementó 9.10% al pasar de 4,180, a finales de 2012 a 4,561,000 en el segundo trimestre de 2016.
Los hombres duplican el número de mujeres de la tercera edad que laboran, pues por cada 7 varones hay 3 trabajadoras, según la última edición de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
En general, la situación conyugal de las mujeres de 60 y más años indica que la mayoría están unidas (46.8%). Sin embargo, hay un gran contingente de mujeres que son viudas (37.2%); en los hombres esta situación cambia: más de tres cuartas partes (75.9%) están unidos y 13.4% están viudos.
Conforme la población envejece las necesidades de salud se vuelven más apremiantes, ya que el grupo de población de 65 y más años ha crecido más del doble entre principios de los 90 y la década actual.
Cerca de 80% de las personas de la tercera edad carece de pensión, según el Diagnóstico del Programa de Pensión para Adultos Mayores del Gobierno Federal, entonces el uso de servicios privados médicos puede representar una fuerte carga económica para ese grupo.
Las mujeres de la tercera edad enfrentan un trinomio perverso: el gasto en servicios privados, no contar con pensión y estar en riesgo de enfermarse, lo que obliga a políticas públicas que ofrezcan un esquema de aseguramiento y financiamiento adecuado, según estableció ese Diagnóstico.
Hay un claro desdén hacia las personas adultas mayores que la sociedad considera que ya no le son útiles y un prejuicio sobre su salud mental no justificado, ya que sus capacidades no merman si se hacen los ejercicios adecuados, salvo si se alcanza una edad cercana o superior a los 90 años y no se tienen enfermedades degenerativas, aseguró la psicóloga Gabriela Delgado.