DE LA MASCULINIDAD HEGEMÓNICA A LAS NUEVAS MASCULINIDADES
La masculinidad se define como el conjunto de atributos, valores, comportamientos y conductas que son característicos del hombre en una sociedad determinada.
En la sociedad mexicana han prevalecido modelos de masculinidad hegemónica, que plantean un perfil de hombre independiente, racional, poderoso, audaz, fuerte, productivo, entre otros atributos; que desempeña roles como proveedor, político, empresario, funcionario y otras posiciones asociadas al ejercicio del poder. Destaca especialmente el modelo machista: hombres que ejercen dominio y control sobre otras personas, a quienes considera inferiores, y que pueden hacer uso de la violencia para sostener el control sobre las mujeres e incluso sobre otros hombres.
Por otro lado, existe el modelo de micromachismo, que se refiere a hombres que ejercen dominación sobre las mujeres, pero de formas tan sutiles que pueden pasar desapercibidas, por ejemplo: elegir el menú para ella, emitir “halagos y piropos” que resultan molestos, realizar labores que consideran “difíciles” para ellas, y otras situaciones con fachada de caballerosidad.
Estos modelos se sustentan en la construcción cultural de que lo masculino es exaltado y valorado, mientras que lo femenino pierde valor y es denigrado; reafirmando las estructuras y relaciones de dominación de los hombres y subordinación de las mujeres.
Lo anterior, tiene un efecto directo en los tipos de violencia que sufren las mujeres en diversos ámbitos: la violencia física y psicológica en la familia, el acoso y hostigamiento en la escuela, la discriminación salarial en el trabajo, los obstáculos para participar en política, la violencia sexual en espacios públicos, entre muchos ejemplos que reflejan la dominación de los hombres sobre las mujeres.
Por otro lado, como producto de estos modelos de masculinidad se presenta la homofobia, que es el odio irracional y el temor a la homosexualidad que experimentan algunos hombres heterosexuales.
Para eliminar la violencia y discriminación que sufren las mujeres, es necesaria la desarticulación de estos modelos de masculinidad, y fomentar que sean reemplazados por un nuevo modelo de ser hombre, iniciando por la modificación del proceso de socialización que viven niños y niñas desde el nacimiento, e incluso antes, si es que se sabe el sexo con anticipación.
El análisis de género permite reflexionar sobre lo que significa ser hombre hoy, analizando la imagen que se presenta en la familia, los medios de comunicación, la iglesia, la escuela, la empresa, la política, la ciencia, y en todos los ámbitos de la sociedad, replanteando nuevos modelos que visualicen al hombre en el ámbito doméstico y de la paternidad, con una mayor expresión de afectos y emociones.
Las acciones orientadas a lograr la igualdad entre los géneros deben incorporar la construcción de nuevos modelos de masculinidad, dejando atrás el modelo hegemónico basado en la superioridad y dominación masculina, y adoptando modelos de conducta respetuosos y democráticos.
Entre otros elementos, es necesario que los hombres no utilicen el poder para imponerse sobre otras personas, participen en mayor medida en las actividades domésticas y de cuidados, que no vean amenazada su masculinidad por compartir puntos de vista con las mujeres, no consideren la homosexualidad como un peligro para su masculinidad, no tengan miedo a expresar sus emociones, reconozcan su propia vulnerabilidad y aprendan métodos no violentos para resolver conflictos.
Para lograr el respeto a los derechos de las mujeres y su acceso a la justicia, debemos seguir trabajando en el empoderamiento emocional y económico de ellas y en la transformación de los modelos de masculinidad.
Para lograr el respeto a los derechos de las mujeres y su acceso a la justicia, debemos seguir trabajando en el empoderamiento emocional y económico de ellas y en la transformación de los modelos de masculinidad