HOMBRES FEMINISTAS
Actualmente, el hecho de que los hombres se involucren en la lucha por la igualdad de género se ha vuelto tema prioritario.
Quizá pareciera un contrasentido hablar de hombres feministas. Por lo regular, cuando nos adentramos en las diferentes olas de feminismos, hablamos de una lucha por la igualdad que han emprendido las mujeres para buscar el sufragio, dar vida a las leyes o visibilizar las diferencias e iniquidades vividas por nosotras. Pero, ¿acaso los hombres tendrán un papel en esto? La respuesta es un indiscutible sí. La modificación de estructuras sociales que posibilite la creación de condiciones y oportunidades igualitarias para mujeres y hombres requiere una participación de la sociedad entera. Lejos de una dialéctica de oposiciones que perciba a hombres como el enemigo a vencer, se les debe incorporar como coadyuvantes indispensables para el cambio.
El involucramiento de los hombres en la lucha por la igualdad de género se ha vuelto tema prioritario, más debe realizarse prudentemente, sin olvidar el histórico desbalance que ha perjudicado a las mujeres. Sin embargo, en no pocas ocasiones cuando se habla de la violencia que existe y lo injusto de la circunstancia que enfrentan las mujeres (basta ver cualquier Reporte de Desarrollo Humano para comprobarlo), es frecuente encontrar reticencia por parte de los hombres que escuchan el tema.
De acuerdo con el programa White Ribbon de Canadá (www. whiteribbon.ca), los hombres pueden tener diferentes tipos de barreras para acercarse a los temas de igualdad. La primera tiene que ver con la responsabilidad, en la que niegan ser parte de aquellos que discriminan o violentan, pues ellos de manera directa no se perciben como agresores y, por tanto, no tiene que hacer nada para remediarlo.
La segunda barrera es la invisibilidad de las prácticas; muchos no se han dado cuenta que cuando emiten un comentario a una chica en un bar sobre su físico, reenvían un “meme” sexista, o cuando excluyen a las mujeres de pláticas del ámbito público, como es la política, están reproduciendo prácticas de desigualdad.
La tercera es la posición de privilegio, la cual a mi parecer es la más complicada, pues hay hombres que conscientes de los beneficios que su- pone una posición de superioridad, no están dispuestos a perder sus puestos, salarios, posesiones o decisiones en función de dinámicas más igualitarias. A continuación está el silencio, hay quienes al hablar de temas de violencia, feminicidio u hostigamiento se sienten profundamente incomodados o ignorantes, por lo que eligen no pronunciarse sobre el tema.
Me atrevería a agregar una quinta, el victimismo, los hay quien al encontrarse con los tópicos de género destacan que ellos también pueden ser agredidos y discriminados (no por que no lo sean, de hecho existen hombres que han padecido violencia de género y que se encierran en el silencio como estrategia de resiliencia); sin embargo, existen casos en que utilizan el victimismo como una estrategia de defensa para continuar con un estatus quo que no requiera su intervención, aludiendo que la situación actual es desfavorable para cualquier persona ya sea en temas de seguridad, empleo u oportunidades.
Por ello, requerimos crear espacios de confianza, en donde se confronte la masculinidad y se les acerque la perspectiva de género a los hombres. Especialmente en las escuelas, desde pequeños, en donde se les muestre lo importante de participar en las actividades de cuidado y combatir el sexismo.
Cada vez existen más hombres dispuestos a sumarse a esta nueva cultura por la paz y la igualdad, pero los cambios deben ser informados e internos para surtir efecto. Las nuevas masculinidades son justo un modo de introducir estos cambios, haciéndoles ver que existen muchos modos de ser hombre y que efectivamente ellos también sufren debido a los estereotipos, pero que esto en vez de ser una excusa, debe ser un motivo de involucramiento.
A mi juicio, lo más más importante es destacar que mujeres y hombres somos horizontales y corresponsables en la creación del mundo. Como bien diría Bell Hooks: “La mayor parte de la personas no entienden la miríada de maneras en la que el feminismo puede cambiar su vida. Compartir los pensamientos y prácticas feministas sostiene el movimiento feminista. Por ello, el conocimiento feminista es para todo el mundo”. Por supuesto, para los hombres también.
Lejos de una dialéctica de oposiciones que perciba a hombres como el enemigo a vencer, se les debe incorporar como coadyuvantes indispensables para el cambio