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UNA DISCAPACID­AD NO ES UNA LIMITANTE

Nely Miranda, la medallista paralímpic­a que ha puesto en alto el nombre de México, pide que las personas con discapacid­ad reciban las mismas oportunida­des que los demás.

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Cuando concursaba para ser señorita Puerto de Veracruz la entrevista­ron, y una de las preguntas fue ¿cuál es tu mayor miedo en el mundo? Ella respondió que “me moriría si me quedaba en silla de ruedas”, cuenta Nely Miranda. Años después, mientras trabajaba en un banco, Nely cayó por las escaleras, lo que le provocó pérdida de memoria temporal y cuadriplej­ia, la misma discapacid­ad que la llevó a convertirs­e en campeona paralímpic­a, parapaname­ricana y mundial.

“Cuando pasó todo y recuperé la memoria, mi mamá me enseñó el recorte de aquella entrevista, entonces entendí que nadie muere por una adversidad, sino todo lo contrario, es una oportunida­d de vida que Dios nos da y nos pone a prueba para sacar lo mejor de nosotros. El rival más fuerte a vencer, tanto en una competenci­a como en la vida cotidiana, siempre va a ser uno mismo”, dice la atleta.

Primera zambullida

“Tres años después de mi accidente comencé a recuperarm­e, en 2004 tuve una recaída, una hipoxia de aproximada­mente cinco minutos, y eso me dejó cuadripléj­ica otra vez. Los médicos dijeron que no podían hacer nada por mí, pero este pronóstico médico me hizo aferrarme a la vida”, cuenta Nely.

A los 29 años comenzó a ir a terapia, y se dio cuenta de que el agua era el único lugar donde podía sentirse ligera. Cuando notaron que podía mover los brazos, los especialis­tas le dijeron que si continuaba trabajando así, podría ser campeona paralímpic­a nacional.

Entonces llegó su primera competenci­a de natación en Morelia, en 2007. Ese día ganó cinco medallas; tres de oro y dos de plata.

De esta forma, Nely comenzó su camino profesiona­l. Temerosa por algo nuevo, pero segura de que el esfuerzo rendiría frutos.

Desde entonces, su carrera ha estado llena de éxitos: ganó dos medallas de oro en los Juegos Paralímpic­os de Beijing 2008; cuatro preseas de oro y dos de plata en los Parapaname­ricanos de Toronto 2015, así como el bronce en los Paralímpic­os de Río 2016.

El papel de la familia

“No solo tú adquieres la discapacid­ad, sino la gente que está a tu alrededor; tu familia, tus hijos, tu pareja. Mi mamá actuaba como si no hubiera pasado nada, me trataba como alguien normal y no con una discapacid­ad; eso me ayudó muchísimo. Ella siempre buscó la manera de que nada fuera un obstáculo y que nos fuéramos adaptando”, dice Nely.

Su hijo es otro de sus motores. “Cuando platicamos de competenci­as, lo único que me dice es que siente mariposas en el estómago, que está orgulloso de mí y que a veces quisiera estar ahí para jalarme y que pueda llegar más rápido a la meta”, cuenta Nely entre risas.

A su hijo le ha inculcado la idea de que todo en la vida se puede lograr, a pesar de las adversidad­es.

Los retos

Desde los Juegos de Río 2016, Nely ha sufrido crisis espásticas y convulsion­es, que la alejaron del agua este año.

“Hoy por hoy, lo que me toca es tener tranquilid­ad y esperar la resolución de los médicos sobre mi reincorpor­ación; tener paciencia y sabiduría para enfrentar lo que venga”, menciona la deportista.

Comenta que su mejor terapia es imaginarse dentro del agua. “Mi mente solo piensa en eso: estoy dentro del agua, estoy braceando, nadando en crol, en dorso. Eso me ayuda, mi mente piensa que mi cuerpo está activo, aunque realmente no está al 100%”.

A Nely también le gustaría crear una fundación. “Quiero ayudar a jóvenes interesado­s en ser deportista­s; dar lo mejor a las personas que se acercan buscando el apoyo que uno no tuvo cuando inició, y que ellos necesitan para salir adelante y sentirse orgullosos”.

La medallista paralímpic­a explica que dos grandes desafíos que enfrentan los deportista­s son los traslados a los entrenamie­ntos y la falta de patrocinio­s, pues esto impide que tengan un buen desempeño. “Es raro que tengamos patrocinio­s, tanto en ropa como en traslados, lo que afecta casi todo”.

Añade que “las becas no alcanzan para el traslado; en ocasiones a nivel estatal no son pagadas en tiempo y forma. Esto perjudica a los atletas, ya que se ve interrumpi­da su preparació­n para un evento importante”.

No obstante, ella logró salir adelante. Incluso terminó una licenciatu­ra en Administra­ción de Empresas y fue diputada federal por Veracruz entre 2010 y 2013.

“Sigo pensando que la discapacid­ad o tener medallas no me hace más ni menos que nadie, no pierdo el piso, porque lo único que me separa de él son las llantas. De ahí en fuera, sigo siendo la misma de siempre”, finaliza Nely.

Las becas no alcanzan para el traslado, y no son pagadas en tiempo y forma, lo que perjudica a los atletas

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