LOS INVISIBLES QUE DEAMBULAN POR LAS AULAS
Este ciclo escolar estrena Modelo Educativo, pero no para todos. A pesar de la promesa de equidad e inclusión, nada ha cambiado para el 10% de los mexicanos menores de 19 años con alguna discapacidad.
El 20 de agosto comenzaron las clases en México. Según la Constitución todos los mexicanos tenemos derecho a la educación. No hay ningún asterisco al pie que diga, como en los productos comerciales, ‘aplican restricciones’.
Pero no todos comenzaron. Se calcula —otra vez— que 1.2 millones de mexicanos menores de 19 años tienen alguna discapacidad. La Secretaría de Educación Pública solo tiene censados en sus aulas de educación especial a 516,000. Es decir solo cuatro de cada 10 alumnos con discapacidad son visibles a las estadísticas de la SEP.
En México todavía están conviviendo dos modelos de escuelas separados: las regulares y las especiales; las primeras para alumnos estándar y las segundas para quienes tienen alguna discapacidad.
Esto está fuera de los estándares internacionales donde se está migrando a un término tan noble como desconocido para nuestros funcionarios: la inclusión educativa.
“La educación incluyente comporta la provisión de oportunidades significativas de aprendizaje a todos los estudiantes que integran el sistema escolar normal. Lo idóneo es que permita que los niños y niñas con y sin discapacidad asistan a las mismas clases del grado que corresponda a su edad en una escuela local, con el apoyo individual pertinente según las necesidades”, repite en todos los foros a los que asiste Anthony Lake, director ejecutivo del UNICEF.
En 2016, cuando comenzaron los foros y las primeras discusiones para el nuevo Modelo Educativo, que estaba contenido dentro de la Reforma Educativa, con un grupo de padres y activistas logramos colar el tema de la inclusión ( un tema que no había estado en sus consideraciones y focos hasta ese momento).
Luego de meses de reuniones y cabildeo logramos que, al menos en el tema de discapacidad, hubiera un plan. La propuesta oficial fue “im- pulsar el tránsito de la educación especial a la inclusiva”, es decir, que todos los niños accederían a los mismos salones, maestros y contenidos.
El año pasado, Aurelio Nuño —aún Secretario de Educación— presentó la Estrategia de Equidad e Inclusión de su Nuevo Modelo. Allí se proponía arrancar con un plan piloto en 250 escuelas (200 básicas y 50 de educación media y superior) para una inclusión plena a los 260,000 planteles que hay en el país, en un plazo de 13 años.
Hace justo un año comenzó el piloto, pero en vez de invertir en capacitación a maestros y directivos, en infraestructura de accesibilidad y en adaptación de materiales “para todos”, se buscó a 200 escuelas que ya de alguna manera —y con más corazón que designio oficial— recibían alumnos con alguna discapacidad y tenían maestros preparados.
Ni un solo nuevo alumno, ni una sola escuela que debutara abriendo sus puertas a otros alumnos que no fueran estándar.
Nunca se informó cuáles eran esas 250 escuelas. Solo hubo promoción del tema de inclusión en redes sociales (la mayor parte de los padres de niños con discapacidad viven debajo de la línea de pobreza sin acceso a esas tecnologías).
Los 560,000 alumnos con alguna discapacidad que registra la SEP son aquellos que asisten a alguna de las 6,100 escuelas especiales.
¿ Cuántos alumnos más acuden a otras escuelas que tuvieron la decencia de cumplir con un mandato constitucional? No hay datos.
“Lo más absurdo es la liviandad con que exhiben que no hay datos, siendo tan fácil que en cualquier documento estadístico de la SEP se incluyan las cinco preguntas del INEGI sobre discapacidad para conocer la realidad en cada plantel. Eso es discriminación”, me explica Agustín de Pavia, abogado y activista.
Si cruzamos los datos del INEGI (los 1.2 millones de mexicanos de hasta 19 años con alguna discapacidad) versus los que tiene detectados la SEP, podemos decir que hay 640,000 alumnos en el país que tienen un súperpoder: son invisibles.
En México todavía están conviviendo dos modelos de escuelas separados: las regulares y las especiales; las primeras para alumnos estándar y las segundas para quienes tienen alguna discapacidad