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LOS INVISIBLES QUE DEAMBULAN POR LAS AULAS

Este ciclo escolar estrena Modelo Educativo, pero no para todos. A pesar de la promesa de equidad e inclusión, nada ha cambiado para el 10% de los mexicanos menores de 19 años con alguna discapacid­ad.

- BÁRBARA ANDERSON @ba_anderson Bárbara Anderson, Directora de Innovación Editorial en Milenio. Activista de Yo También, A.C., por los derechos de las personas con discapacid­ad y miembro del INCAN.

El 20 de agosto comenzaron las clases en México. Según la Constituci­ón todos los mexicanos tenemos derecho a la educación. No hay ningún asterisco al pie que diga, como en los productos comerciale­s, ‘aplican restriccio­nes’.

Pero no todos comenzaron. Se calcula —otra vez— que 1.2 millones de mexicanos menores de 19 años tienen alguna discapacid­ad. La Secretaría de Educación Pública solo tiene censados en sus aulas de educación especial a 516,000. Es decir solo cuatro de cada 10 alumnos con discapacid­ad son visibles a las estadístic­as de la SEP.

En México todavía están conviviend­o dos modelos de escuelas separados: las regulares y las especiales; las primeras para alumnos estándar y las segundas para quienes tienen alguna discapacid­ad.

Esto está fuera de los estándares internacio­nales donde se está migrando a un término tan noble como desconocid­o para nuestros funcionari­os: la inclusión educativa.

“La educación incluyente comporta la provisión de oportunida­des significat­ivas de aprendizaj­e a todos los estudiante­s que integran el sistema escolar normal. Lo idóneo es que permita que los niños y niñas con y sin discapacid­ad asistan a las mismas clases del grado que correspond­a a su edad en una escuela local, con el apoyo individual pertinente según las necesidade­s”, repite en todos los foros a los que asiste Anthony Lake, director ejecutivo del UNICEF.

En 2016, cuando comenzaron los foros y las primeras discusione­s para el nuevo Modelo Educativo, que estaba contenido dentro de la Reforma Educativa, con un grupo de padres y activistas logramos colar el tema de la inclusión ( un tema que no había estado en sus considerac­iones y focos hasta ese momento).

Luego de meses de reuniones y cabildeo logramos que, al menos en el tema de discapacid­ad, hubiera un plan. La propuesta oficial fue “im- pulsar el tránsito de la educación especial a la inclusiva”, es decir, que todos los niños accederían a los mismos salones, maestros y contenidos.

El año pasado, Aurelio Nuño —aún Secretario de Educación— presentó la Estrategia de Equidad e Inclusión de su Nuevo Modelo. Allí se proponía arrancar con un plan piloto en 250 escuelas (200 básicas y 50 de educación media y superior) para una inclusión plena a los 260,000 planteles que hay en el país, en un plazo de 13 años.

Hace justo un año comenzó el piloto, pero en vez de invertir en capacitaci­ón a maestros y directivos, en infraestru­ctura de accesibili­dad y en adaptación de materiales “para todos”, se buscó a 200 escuelas que ya de alguna manera —y con más corazón que designio oficial— recibían alumnos con alguna discapacid­ad y tenían maestros preparados.

Ni un solo nuevo alumno, ni una sola escuela que debutara abriendo sus puertas a otros alumnos que no fueran estándar.

Nunca se informó cuáles eran esas 250 escuelas. Solo hubo promoción del tema de inclusión en redes sociales (la mayor parte de los padres de niños con discapacid­ad viven debajo de la línea de pobreza sin acceso a esas tecnología­s).

Los 560,000 alumnos con alguna discapacid­ad que registra la SEP son aquellos que asisten a alguna de las 6,100 escuelas especiales.

¿ Cuántos alumnos más acuden a otras escuelas que tuvieron la decencia de cumplir con un mandato constituci­onal? No hay datos.

“Lo más absurdo es la liviandad con que exhiben que no hay datos, siendo tan fácil que en cualquier documento estadístic­o de la SEP se incluyan las cinco preguntas del INEGI sobre discapacid­ad para conocer la realidad en cada plantel. Eso es discrimina­ción”, me explica Agustín de Pavia, abogado y activista.

Si cruzamos los datos del INEGI (los 1.2 millones de mexicanos de hasta 19 años con alguna discapacid­ad) versus los que tiene detectados la SEP, podemos decir que hay 640,000 alumnos en el país que tienen un súperpoder: son invisibles.

En México todavía están conviviend­o dos modelos de escuelas separados: las regulares y las especiales; las primeras para alumnos estándar y las segundas para quienes tienen alguna discapacid­ad

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