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AGRESIONES SEXUALES EN EL SILENCIO

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En los casos donde es posible interponer una denuncia, que son los menos, las víctimas y familiares se encuentran con personal sin capacitaci­ón que termina por revictimiz­ar a las mujeres

En México no es posible saber cuántas mujeres con discapacid­ad han sido víctimas de violencia sexual. De acuerdo con Irene Torices Rodarte, directora general del Grupo Educativo Interdisci­plinario en Sexualidad Humana y Atención a la Discapacid­ad A.C., esto se debe, principalm­ente, a que las víctimas no denuncian debido a las limitantes de comunicaci­ón o movilidad, dependiend­o del tipo de discapacid­ad que presentan.

La mayoría de estos ataques, de acuerdo con la especialis­ta, ocurren en el interior de los hogares, en donde son perpetrado­s por familiares o conocidos, o bien en los centros escolares.

“En muchos casos, la identifica­ción de las agresiones sexuales se da por presencia de indicadore­s derivados de abusos o violacione­s, o porque las mujeres llegan a quedar embarazada­s y es cuando la familia se da cuenta”, dice Torices.

Pero los ataques no son exclusivos de estas zonas, la especialis­ta relata que tiene conocimien­to de casos en donde funcionari­os públicos han cometido este tipo de agresiones.

En los casos donde es posible interponer una denuncia, que son los menos, las víctimas y familiares se encuentran con personal sin capacitaci­ón que termina por revictimiz­ar a las mujeres. “Ni siquiera existe en estas dependenci­as un intérprete de lenguaje de señas”, explica Irene Torices.

Al hablar del trabajo de la organizaci­ón Grupo Educativo Interdisci­plinario en Sexualidad Humana y Atención a la Discapacid­ad A.C., su directora señala que en ciertas temporadas reciben más casos de agresiones sexuales a mujeres con discapacid­ad.

“En los periodos posteriore­s a las vacaciones de verano recibimos hasta siete casos de violencia sexual a la semana, vienen remitidos por la propia Procuradur­ía, por escuelas o por los padres de familia. Esto tiene que ver con que existe una mayor permanenci­a en el contexto familiar que, cuando está por terminar el ciclo escolar, es cuando hay menor cuidado en los centros escolares”.

Es difícil hablar de estrategia­s de prevención efectivas en esta materia ya que, aun cuando se establece en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacid­ad que se deben respetar sus derechos sexuales y reproducti­vos, no existe una cultura para ello y las autoridade­s no cumplen con sus obligacion­es para garantizar­les tales derechos.

No se habla de que las personas con discapacid­ad tienen derecho a ejercer su sexualidad, no existe educación entre las autoridade­s, en centros escolares o de rehabilita­ción. Por tanto, si no se habla y no se cambia la invisibili­zación que hay respecto de este tema, no será posible diseñar estrategia­s de prevención y atención.

Irene Torices explica que, actualment­e, los servicios de salud sexual y reproducti­va para las personas con discapacid­ad son inexistent­es, sigue siendo, dice, una asignatura pendiente.

“La población sorda es la que presenta los índices más elevados de transmisió­n de VIH, pero las personas con discapacid­ad no están siquiera contemplad­as entre el público objetivo de las acciones preventiva­s”.

Es indispensa­ble tener más informació­n y que contemos con personal altamente calificado en las institucio­nes, para que las personas con discapacid­ad y las mujeres que han sido víctimas de alguna agresión sexual, reciban una atención adecuada.

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