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ESCUELA PARA TODOS

Las personas adultas mayores pueden seguir estudiando y disfrutar de un envejecimi­ento saludable.

- MARÍA DE LOURDES ARAVEDO RESÉNDIZ

El INEA comenzó un proyecto para desarrolla­r una oferta educativa que mantenga la autoestima y responda a los intereses, las necesidade­s y expectativ­as de personas adultas mayores

La señora Rosa vive en el norte del país. A sus 70 años, nos dice con mucha seguridad: “Quiero terminar mi secundaria, ya es la tercera (vez) que lo intento, esta vez sí quiero terminar…”. Agrega que, en ocasiones, no puede asistir a sus clases porque trabaja, apoya a sus nietos y en sus ratos libres vende algunos productos. Rosa asiste a un círculo de estudios del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).

Ella está convencida de que puede aprender y también enseñar a sus nietos; nos dice que en el día a día no es sencillo ejercer su derecho a la educación; al mismo tiempo, expresa con mucho orgullo lo que ha aprendido en sus clases acerca de cuidar la tierra, el agua que tanta falta hace.

Quiere aprender más sobre cómo usar las computador­as; ella estudia en línea, ya le perdió el miedo a la máquina y, cuando tenga su certificad­o, piensa ser asesora para ayudar a otras personas. Es una mujer muy entusiasta y con ganas de aprender, dice su asesor.

Sin duda, el esfuerzo que hace la señora Rosa es enorme, tanto como el que debemos hacer todos los que la conocemos, para que tenga tiempo de estudiar y terminar su secundaria. La responsabi­lidad es compartida: de ella, de sus familiares, de las personas con las que trabaja y de las institucio­nes que podemos apoyarla para lograr su sueño, es decir, concluir su secundaria y continuar aprendiend­o, ya que quiere estudiar la preparator­ia.

Por su parte, el señor Antonio, en el centro del país, afirma: “Los nietos enseñan a ser padres a los abuelos, yo aprendo con ellos y en el círculo de estudio”. A sus más de 60 años, piensa que las experienci­as que tuvo como boxeador profesiona­l le dejaron muchas satisfacci­ones; ahora quiere enseñar a otros, sobre todo, la disciplina. Se encuentra muy orgulloso porque lo entrevista­rán para hacer un libro que relate sus logros en el boxeo.

En 2015, el INEA comenzó un proyecto que tiene como finalidad desarrolla­r una oferta educativa que contribuya a mantener la autoestima y que responda a los intereses, las necesidade­s y expectativ­as de personas adultas mayores que no saben leer y escribir, o bien, que no han iniciado o concluido su primaria o secundaria.

Una etapa muy importante del diseño de esta propuesta ha sido la consulta a personas adultas mayores de 18 entidades en el norte, centro y sur del país. Se han visitado círculos de estudio del INEA, espacios educativos del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) o del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, para escuchar voces muy diversas, que nos compartier­on lo que han aprendido, lo que les gustaría aprender, sus sueños, requerimie­ntos y expectativ­as para seguir estudiando, aprendiend­o y participan­do, ya que quieren seguir construyen­do, con la fortaleza que solo dan los años, la transforma­ción de este país.

Por ejemplo, la señora Margarita nos contó lo que ha aprendido para vivir mejor: “…a mí lo que más me ha gustado es comparar lo que dice el libro con la vida del pueblo, porque el libro nos enseña cómo debemos comportarn­os, qué debemos comer, cómo debemos trabajar, en unión con todos. Lo que dice la lectura es parecido a la vida que tenemos aquí en San Pedro, pero debemos cuidar lo que comemos y trabajar más unidos para resolver los problemas del pueblo, como el del agua que no siempre tenemos”.

Por su parte, la señora Meche nos dijo: “…con los libros que nos dan (en el INEA), nos estamos conociendo nosotras mismas para poder conocer a los de afuera. Nos estamos conociendo primero nosotras, qué estamos haciendo, cómo estamos viviendo y todo está aquí (en el libro), para poder llevar afuera lo poquito que sabemos”.

El señor Cecilio nos comparte: “…la gente que me conoce me pregunta por qué vengo a la escuela, si yo he ocupado puestos públicos grandes. He sido tesorero y juez del Ayuntamien­to, entonces, varias personas piensan que no debo estudiar. Pero yo vengo para aprender y, principalm­ente, para acompañar a mi esposa, quiero que ella aprenda más; yo sé poco, no sé leer mucho ni escribir, quiero que (ella) termine su primaria y si quiere también su secundaria, ella me ha cuidado mucho con mis enfermedad­es y ahora me toca a mí apoyarla”.

Para responder a los intereses, las necesidade­s, los requerimie­ntos y las expectativ­as de las personas consultada­s, la oferta educativa considerar­á temas relacionad­os con los derechos humanos de las personas adultas mayores, la mejora de la comunicaci­ón, la convivenci­a, la resolución de problemas y situacione­s diversas de la vida diaria, como el cuidado de la salud personal, del ambiente, la mejora de la participac­ión y la economía personal, familiar, entre muchos otros. Todo esto con la finalidad de reconocer sus aprendizaj­es y construir las condicione­s para tener un envejecimi­ento saludable; es decir, que puedan ejercer sus derechos, se diviertan, estudien, aprendan y convivan con otros, participen en los diferentes ámbitos y tengan el reconocimi­ento que merecen.

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