CARTA EDITORIAL
En el siglo XXI han variado profundamente la idea y los prejuicios sobre la vejez, sobre todo en las zonas urbanas. Aunque las mujeres, por su doble desgaste, llegan con más enfermedades degenerativas que los hombres, las cuales limitan su vida, en muchos casos, contradictoriamente, viven más que ellos y están poniendo el ejemplo de cómo entender su papel en esta etapa de la vida. Son abanderadas de iniciativas y propuestas.
Por ello, en el INMUJERES abrimos en este número de Todas la reflexión y varias propuestas, informaciones y visiones para que se valoren las ganancias del envejecimiento. Hombres y mujeres mayores serán los protagonistas en el siglo XXI; la frontera de los 65 años parece no ser fatal, sino una apertura de expectativas inimaginables. Personas que con nuevas visiones y políticas institucionales, vuelven a aprender, desarrollan capacidades, descubren sus talentos y se sienten útiles en una sociedad y en ambientes que parecían rechazarlos.
En esta edición, también se aportan ideas sobre cómo generar la transformación de los paradigmas frente a la vejez, considerando que cada día, en México, serán en número y calidad muchas más las personas mayores, ahora 12 millones. La creación de un programa nacional, de instancias de atención y convivencia, son algunas de las políticas públicas en desarrollo; falta más porque sigue cambiando la pirámide poblacional.
En el INMUJERES nos preguntamos con qué capital llegan las mujeres ahora a sus 65 o 70 años; cómo revertir las desigualdades que las acompañaron en su vida estudiantil, en la familiar y en la profesional; qué pueden aportar estas mujeres a una vejez activa, con atención integral que se desprenda de prejuicios y haga posible recuperar aquello que parecía perdido: estudiar, escribir, enamorarse, viajar, desprenderse de su familia. La vejez activa puede, como aquí proponen algunos textos, ofrecer un futuro promisorio.
Muy importante es la salud. Es el mayor reto institucional. Al revisar qué sucede hoy con este segmento de la población, es claro que empoderar a las y los adultos mayores, promover su participación activa dentro de sus comunidades, ofrecerles la posibilidad de crear microempresas, ser libres, viajar y, sobre todo, promover el envejecimiento saludable, son tareas para los próximos tiempos. Esta aportación reflexiva, desde Todas, abre caminos y muestra algunas experiencias valiosas para el futuro.