Un trozo del monólogo del taxista Filósofo II
Posí, mi buen cronistazo — me dijo el Taxista Filósofo II mientras con su runflante y heroico taxi “del año de la canica”, el instrumento laboral heredado de su padre (el famoso Taxista Filósofo I), intentaba abrirse paso entre los automóviles, ¿o habría que decir auto-semiinmóviles?, que se acumulaban en las inmediaciones de la avenida Revolución, pues estaban (y puede ser que aún estén) cerrados los cinco carriles desde el Eje 8 Sur Extremadura hasta el Circuito Interior Río Mixcoac—, posí: aquí, salvo su respetable opinión, un seguro servidor y leal amigo como que filosofa que esta ciudad ya nomás es puro caos, aunque sea un caos casi paralítico.
Esta dizque ciudá cada día más desmadrosa (o séase salida de madre, pues), ya se fregó, ya apenas sirve, ya agoniza, ya va para cadáver de urbe, ya casi nomás le falta que la entierren y le pongan la mar- moria lapidota del RIP, así que hay que tumbarla haciéndola de una vez estallar, y hay que fundar otra, de modo que nosotros, los del ciudadanaje a pie o a cuatro ruedas, en un día no lejano podamos movernos en una distinta Ciudad de México de veras viable, hecha para seres humanos de los nueve meses a los 90 años, y de todos los sexos (o séase del primero al segundo y al tercero), y con horizontes como los que gozábamos en los irretornables días de antaño, aquellos amplios cielos de puro espacio, de airoso aire y de esplendor metropolitano; oh, los cielos azules frecuentados, no por aviones a chorro tan pedorreantes (y disculpe la fea expresión), sino por leves y garciosas nubes y quizá por los volanderos y multicolores papalotes que flotaban silenciosos, columpiándose en un inmortal horizonte azul, y...
¡Órale!, le digo que me estoy asustando, pues como que voy degenerando de Taxista Filósofo en Taxista Poeta, y mejor aquí le paro a esta verborrea que dicen que es soliloquio (palabreja que ha de significar “loco que habla solo”, ¿no?) y concluyo con un posí que sea como la consecuencia positiva del biscornuto noposí de mi señor apá, y…
Y usté dice si compramos unos cuantos cartuchos de dinamita y ¡buuum!, echamos abajo el caos que es Esmógico City y fundamos una vivible Ciudad de México II, ¿ juega? m