El trapecio viudo
... LA SOLA IDEA de que los circos desaparecieran arroja como un empobrecimiento de la vida. O tú, ¿qué? ¿No te llamas a pérdida y afrenta? ¿No es el circo, finalmente y bien visto, una forma de poesía?
Cada alma es un circo—le oigo repetir al camaleón peripatético este título del poeta estadunidense Vachel Lindsay mientras entro al cuarto donde escribo; lo hace a la manera de un conjuro porque me ha traído un reportaje de Jorge Cervantes Magaña ( MILENIO Dominical, 15/3/15) que da cuenta de los circos en peligro de extinción—. No pensé que me importaría. Mejor dicho: no me importaba mientras tenía por segura su existencia. Ahora lo veo o lo siento de este modo: aunque nunca en tu vida hayas ido o nunca más vuelvas a ir, la sola idea de que los circos desaparecieran arroja como un empobrecimiento de la vida. O tú, ¿qué? ¿No te llamas a pérdida y afrenta? ¿No es el circo, finalmente y bien visto, una forma de poesía?
— No sé si una forma de poesía, camaleón, pero no pocas veces la poesía ha tomado forma alrededor del asunto. Igual se trata de un espejismo: para mí es como si todo poeta hubiera o debiera haber escrito alguna vez sobre el circo. En todo caso, podría decir que alguien ya escribió ese poema por todos. No resisto la tentación de meter aquí cinco de las once estrofas que integran las “Memorias del circo” de Ramón López Velarde. Un último apunte. En el reportaje de Cervantes Magaña hablan consternados sobre la extinción del circo los hermanos Bebeto y Juventino Fuentes, ambos trapecistas. “Había de ser así”, pensé, al recordar que la imagen final del poema de López Velarde es la de un trapecio; no se me ocurre mejor imagen como endecha o lamento por la desaparición de los circos.
Cuando perfeccionaba sus estudios de clarinete bajo en el Conservatorio de Ámsterdam, Antonio Rosales tuvo contacto con Rafael Reina, español que había estudiado a fondo la música del sur de la India. A partir de esa experiencia, Reina ha impartido la cátedra Música contemporánea a través de técnicas no occidentales, así como el Curso de rítmica avanzada en esa institución.
Para extender los beneficios de esta experiencia, Rosales realizó un taller de rítmica avanzada con los integrantes del ensamble del Centro de Experimentación y Producción de Música Contemporánea (Cepromusic). La rítmica avanzada, explica, “se aplica a la música contemporánea, pero también en otros tipos de música clásica, además de que hay otra parte que se dedica a improvisadores y músicos de jazz.”
El curso se basa en conocimientos sobre el sistema de talas (palmadas) de la música clásica del sur de India, que se refiere al ritmo, y las ragas, que tienen que ver con su sistema microtonal, indica Rosales. “En Occidente tenemos un hueco respecto a la rítmica: desde siempre se ha dado por hecho, pero no se le ha atendido de manera sistemática, como a la armonía o la melodía. Lo más próximo que se hizo en Occidente fue la retórica utilizada en la música antigua, que no está precisamente enfocado en la rítmica, pero que veía a la música como una comparación del arte fonético, el arte hablado. Eso es algo muy útil, pero en algún punto de la historia se perdió.”
Los conservatorios tradicionales, agrega el clarinetista, no tienen “un sistema para …… Los circos trashumantes, de lamido perrillo enciclopédico y desacreditados elefantes, me enseñaron la crónica friolera y las magnas tragedias hilarantes. ……. Irrumpía el payaso como una estridencia ambigua, y era a un tiempo manicomio, niñez, golpe contuso, pesadilla y licencia. ……… El payaso tocaba a la amazona y la hallaba de almendra, a juzgar por la mímica fehaciente de toda su persona cuando llevaba el dedo temerario hasta la lengua cínica y glotona. Un día en que el payaso dio a probar su rastro de amazona al ejemplar señor Gobernador de aquel Estado, comprendí lo que es Poder Ejecutivo aturrullado. ……. La niña Bell cantaba: “Soy la paloma errante”; y de botellas y de cascabeles surtía un abundante surtidor de sonidos acuáticos, para la sed acuática de papás aburridos, nodriza inverecunda y prole gemebunda. ¡Oh memoria del circo! Tú te vas adelgazando en el frecuente síncope del latón sin compás; en la apesadumbrada somnolencia del gas; en el talento necio del domador aquel que molestaba a los leones hartos, y en el viudo oscilar del trapecio… m poder ritmar adecuadamente. Cuando estudié en la Escuela Superior de Música, el sistema estaba basado en ritmar a través de la sílaba mi, pero el problema es que no hay ninguna jerarquía. La gran ventaja del sistema hindú es que se utilizan vocablos o sílabas, a través de los cuales identificas de qué rítmica se trata. Es un sistema bastante complejo, de hecho excede lo más complejo que hay en Occidente.”
El uso de estas técnicas se ha extendido en Europa y Estados Unidos, con la idea de que este sistema hindú sea útil al sistema occidental. El que los músicos del ensamble del Cepromusic tuvieran acceso a este conocimiento, asegura Rosales, “los va a poner en una ventaja muy alta en su nivel de ejecución. He estado ofreciendo este curso a otras instituciones, pero sin gran éxito. Por ejemplo, al director anterior de la Facultad de Música de la UNAM le llevé el programa y lo único que dijo era que lo iba incorporar a los cursos paralelos, pero jamás he recibido una llamada. Por supuesto que sería una gran herramienta para subir el nivel de los estudiantes.” m