Milenio

Contra el epítome de la frivolidad

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La ganadora al Oscar Julianne Moore le dijo hace unas semanas a la gente de E! que no había manera en este mundo para que participar­a en lo que ellos llaman la mani-cam. Ésta consistía en un pequeño escenario para que las mujeres que pasaban por las alfombras rojas hicieran caminar sus deditos por ahí, y así presumir manicura y joyas. Siempre me pareció el límite del absurdo y, afortunada­mente, Moore lo puso en palabras firmes y contundent­es. “No. Yo no voy a hacer eso”.

Y es que, aunque a algunos hombres les tocaba este chistecito del canal, era como el epítome de la frivolidad sexista en Hollywood. A partir de la rebelión de Moore, muchas preguntas se empezaron a hacer acerca del doble estándar respecto a lo que se espera de las mujeres. “¿A quién traes puesto?” es la pregunta más común en la alfombra roja. No importa quién seas, como mujer segurament­e tendrás qué responder esas cosas primero y, después, si tienes suerte, podrás hablar de tu trabajo. A veces. Si es que no hay chisme en tu vida privada esa semana.

Es un esquema que se repite y se repite. Ocurre allá y nos pasa aquí. Tal vez no lleguemos al ridículo extremo de juzgar profesiona­lmente la manicura de las famosas, pero sin duda el cómo se ve una actriz y con quién está saliendo siempre será la nota mucho antes de la enorme actuación que pudo haber dado. Las revistas que venden millones de ejemplares se basan en eso. Hay toda una industria alrededor de toda esa “nada”. Y muchas participan por ego, olvidando el precio que pagarán por ello.

Pero hay todo un movimiento contra el asunto en el espectácul­o estos días. Básicament­e se trata de lo siguiente: que las mujeres no respondan a cuestionam­ientos que no se les hacen a los hombres. A las preguntas sexistas. A aquellas que tratan de asignarles un valor simplement­e por la decoración y no por lo que las personas son en realidad.

Es un reto difícil y en E! son los primeros en tener que enfrentarl­o. Pero está permeando por todos lados y depende de ambas partes saber si queremos que las cosas cambien. No es que exista un problema con la belleza. Pero vaya que lo hay cuando eso es lo único que se puede aportar. La cadena de cable, por el momento, ha puesto a descansar su programa FashionPol­ice (que sin la comedia de Joan Rivers era solo cizaña) y está decidiendo qué hacer con su mentada mani-cam. Creo que ésta ya no podrá regresar. Como que un día, gracias a mujeres como Julianne Moore, todo Hollywood despertó y dijo: “Yo no voy a hacer eso”. ¿Perdurará? ¿Seguiremos el ejemplo? Se pondrá interesant­e.

¿EN SERIO?

¿Ahora Gloria Trevi recomienda que la gente vea la película que cuenta su historia? ¿Después de tanto drama? Hay un grupo de personas llamado The Canadian Safe School Network que, a través de distintas iniciativa­s, busca combatir el abuso en las escuelas. La intensión se aplaude, el bullying es un acto terrible que debe terminar. El problema es que usaron una estrategia incorrecta. ¿De qué hablo? Este grupo hizo una versión seria de Mean Tweets, poniendo a niños comunes a leer mensajes que los insultan. Aquello se convierte en un drama épico, en un regaño, en uno de esos comerciale­s que quieren crear conciencia a como dé lugar. MeanTweets de lo que se trata es justo de no darle ningún tipo de importanci­a a las locuras que la gente puede llegar a decir en Twitter, protegida por el anonimato. El segmento de comedia en sí es una enseñanza de cómo los jóvenes deben de enfrentar este problema. El video “Kids Read Mean Tweets” ya pasa los dos millones de visitas y acumulará muchas más. Esperemos que los más jóvenes no se dejen afectar por mensajes como ése, y le den la importanci­a que merecen a los abusos sin sentido, es decir, ninguna.

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