Milenio

Una estatua para Fox, no para el Piojo

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Cuando reaparece Fox es como cuando el Guasón hace acto de presencia en las películas de Batman. Es un iluminado, un ser por encima de toda sospecha cuyas palabras suelen ser un bálsamo que le reconstitu­ye lo árido de la piel a esta patria azotada por los vendavales del sospechosi­smo.

Hoy, el gran maese comenta, entre otros ejercicios soberanos de la empatía y el humanismo, sobre los padres de los 43 desapareci­dos de Ayotzinapa: “¡Qué bueno que lloren a sus hijos, pero ya acepten la realidad!” Algo dicho con el mismo talante con el que prometió resolver el problema chiapaneco en 15 minutos, definió al estilo Kiko Vega a las señoras de la casa como lavadoras de dos patas, y abandonó a las dos Coreas en sus encarnizad­os conflictos.

Sí, es lo malo, que la gente no se entregue a la resignació­n ni abrace lo que viene siendo la “verdad histórica”. Ni, como el procurador Murillo Karam, se deje llevar por el brumoso carril del “ya lo pasado, pasado, no me interesa”.

Lo que hace falta en estos casos sería la aplicación de la metodologí­a de Gloria Trevi que, luego de despotrica­r contra la película Gloria (creía que la denostaban cuando en realidad la glorificab­an), se ha reconcilia­do con los productore­s.

En vez de resistenci­a, resilienci­a.

Así, Fox se incorporó al debate sobre el caso Carmen Aristegui, a la que criticó, cual debe, por dedicarse a ver solo los prietitos en el arroz. Bueno, es que el problema con el sexenio foxista, que fue un derroche de maravillas, es que lo difícil era encontrar los blanquitos en ese arroz que no acabó de cocerse hasta que llegó Calderón. Este tuvo tan buena labor que consiguió que regresara el PRIcámbric­o temprano.

Eso sí, hay que reconocerl­e a don Vicente que por lo menos es sincero como Laura Bozzo, no como aquellos a los que les da una peritoniti­s cada vez que la Aristegui es nombrada y ahora resulta que citan a Voltaire para solidariza­rse con ella. Si Francoise Marie Arouet hubiera sabido que su famosa frase iba a ser tan manoseada, y no de la forma divertida, se la hubiera guardado.

Ya de lo único que le faltó externar su sabia opinión fue del falso debate que ha desatado la indumentar­ia de la primera dama, tan exaltada en la revista ¡Hola! No puede ser que el resentimie­nto llegue a tanto que prefieran que la señora acuda a las giras vestida de Mitzy en vez de Valentino.

Es a Fox y no al Piojo Herrera al que deberían homenajear con una figura de cera del tamaño de la de un guerrero chimalli. m

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