¿Deportistas ejemplares?
Messi avienta lámina de mala manera con su camioneta a varios aficionados que trataban de conseguir un autógrafo después de un entrenamiento; Cristiano Ronaldo molesto por abucheos en contra del equipo en una de sus últimas presentaciones, voltea retador a la tribuna y les dice “jódanse”; el Tuca Ferretti, expulsado en un juego sube al palco para seguir el partido desde ahí y se engancha con la afición mentándoles la madre de palabra y de acción; Ibrahimovich, jugadorazo sueco actualmente en la Liga francesa con el PSG, acaba de gritar que “Francia es una mierda”.
Ignorar estos exabruptos o pretender justificarlos es reprobable, especialmente en estos tiempos en que la violencia se extiende como la humedad por todo el mundo.
Cabe recordar que el deporte es y debe seguir siendo un motivo de esparcimiento y alegría, no podemos convertirlo en un pretexto para desahogos y frustraciones de ningún tipo, y mucho menos en un circo romano.
El único desahogo aceptable en los estadios deportivos es aquel que va ligado a nuestros gustos y filias, siempre y cuando éstos se encausen debidamente. Las canchas de futbol no son inmuebles antisociales ni espacios en los cuales se enfrenten autoridades con aficionados ni aficiones con jugadores.
Si esto no lo entienden los Fifos ni las federaciones nacionales, las Ligas, los equipos, los futbolistas, los técnicos, los medios y los periodistas especializados, estamos jodidos.
Es el momento en el cual, todos los involucrados debemos poner nuestro grano de arena para evitar que el futbol siga siendo el pretexto para desahogos sociales de grupúsculos semidelincuenciales o francamente delictivos. Nadie se espanta con improperios, malas palabras o insultos, ese no es el tema, no se trata de restarle al futbol su esencia, su alma y su pasión, elementos sin los cuales no sería lo que es, pero sí de reubicar los valores de este deporte como espectáculo, para regresarle su calidad de aglutinador social, mismo que está perdiendo a pasos agigantados… ¿No cree usted?
PD. ¿Queremos más violencia en lugar de más futbol?