Milenio

No entienden

- RAFAEL PÉREZ GAY rafael.perezgay@milenio.com Twitter: @RPerezGay

Les llaman páginas de sociales y las define el orgullo público de la opulencia. Las consume un público que desprecia la informació­n y busca en la ostentació­n un sueño realizado. La meca de esa fatuidad ha sido durante increíbles años editoriale­s la revista Hola! La edición mexicana le dedica 21 páginas (Héctor Aguilar contó 18, yo conté 21) a Angélica Rivera, esposa del presidente Peña Nieto.

Desde hace tiempo han vuelto a las páginas de los periódicos la jactancia de la sección de sociales, el éxtasis de verse en el espejo de la fama y el dinero. Eso dicen también las páginas de la revista Hola! Y eso dice también la cobertura fotográfic­a de Angélica Rivera en esas páginas. No entienden. El Presidente y sus más cercanos colaborado­res no ven en esas impresione­s una ofensa, no consideran que el elogio de la fatuidad los despoja, como si les hiciera falta, ya no digamos de simpatía, sino de la más elemental fiabilidad.

Escribirlo parece una evidencia corriente, pero en un camino miserable de Guerrero, en Cocula, una vereda conduce a un basurero donde fueron rematados y quemados 43 estudiante­s de Ayotzinapa. Ese hecho hundió al gobierno de Peña Nieto en la oscuridad de una crisis como yo no recuerdo otra en los últimos años. En ese mismo país en el cual la exaltación ha sustituido al pensamient­o analítico, en ese país la esposa del Presidente exhibe su riqueza, su gusto, su vestimenta en la revista Hola!

Mientras hojeaba y ojeaba la revista, no hay mucho que leerle, se caracteriz­a por la antiprosa y la antisintax­is, recordé el ensayo de Carlos Monsiváis: “Más hermosa y más actriz que nunca (Notas sobre las páginas de sociales)”, incluido en Días de guardar. Debo decir que parece una crónica escrita para mañana: “Sucede que la exhibición de la riqueza se convierte en el sentido fi nal de la riqueza. Lo importante de tener dinero es que la gente lo sepa. De allí el cometido fi nal de toda crónica de sociales: contribuir al ofrecimien­to de una nobleza, de una casta, de un orden supremo de vida”.

Días de guardar se publicó en diciembre de 1970 en la editorial ERA. Me perturba pensar que nada se va del todo, que todo regresa, como fantasmas de tiempos que parecían desapareci­dos. M

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