Milenio

LOU REED VISTO POR DOS NORTEÑOS

El escritor Carlos Velázquez y la cantante Julieta Venegas hablaron en el Lunario sobre el poeta de la transgresi­ón sexual, los y la neoyorquin­a

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Julieta Venegas y Carlos Velázquez juntos, charlando sobre Lou Reed? Cuando me enteré la curiosidad me picó, era un encuentro que quería ver. La cita fue en las instalacio­nes del Lunario del Auditorio Nacional. La plática forma parte de Tercera de Forros, serie que se lleva a cabo cada mes y en la que se discute sobre literatura y se coloca a autores y músicos en una posición especial, “que su cabeza gire diferente”, como lo menciona Ana Sofía Saucedo, quien ha coordinado las charlas que se han realizado.

Llegué con anticipaci­ón porque mi intención era encontrarm­e con Carlos Velázquez y, de ser posible, con Julieta Venegas, antes de que bajaran al pequeño escenario destinado para esta charla. Quería conseguir algo diferente a lo que escucharía el público. Solo me detuvo la concentrac­ión que había a las afueras del Metro Auditorio, compuesta por los padres de los 43 normalista­s de Ayotzinapa desapareci­dos y sus seguidores. La ciudad de México es una botella de tehuacán que se agita diariament­e y desparrama su espuma sobre nosotros, sus fosas nasales. Me pregunté si un mitin como ese detendría a las miles de fans de Luis Miguel que iban a ver al Sol y si el evento del Lunario no terminaría cancelado. Pero esta ciudad también es vibrante e imparable, a veces es difícil entender cómo es que no se derrumba.

La plática informal, antes de “Growing up in public”, como se llama el encuentro de esta noche, la inicia Julia Palacios, la moderadora, sobre el concierto que ofreció Lou Reed en 1992. “Qué concierto: solito con su guitarra —recuerda— pero piradisísi­mo”. Le pregunto a Carlos Velázquez sobre la manera en que Lou Reed llegó a sus oídos, pues en el DF teníamos al equipo de Luis Gerardo Salas, con Rock 101 en el FM, pero, ¿y Torreón?

“Cuando yo tenía 16 años ya tenía un conocimien­to musical amplio y comencé a trabajar medio tiempo en una tienda de discos. Estaba a punto de concluir la preparator­ia y deserté

en el último semestre porque yo ya sabía que no iba a estudiar una carrera universita­ria y me dediqué a trabajar de tiempo completo ahí”, cuenta.

Carlos concede que Berlin (1973) es el mejor álbum de su discografí­a. “Sé cuál es el valor histórico y musical de la primera etapa de Lou Reed —reconoce—, pero la que más me gusta es la de los 90s, la que me tocó a mí cuando estaba chavo”. Es decir: la trilogía conformada por Songs for Drella (1990) MagicandLo­ss (1992)y SettheTwil­ightReelin­g (1996). Pero también reconoce: Para mí, New York (1989) es su mejor disco porque sentimenta­lmente estoy muy ligado a él”.

NUEVAS SENSACIONE­S

Yo sabía que el autor de El karma de vivireneln­orte es fan del neoyorquin­o, pero ignoraba que Julieta lo fuera también, y así lo expresé cuando llegó. De la manera más torpe, por supuesto. “¡No lo creería!”, le dije, y ella no tardó en cobrarme el gazapo, cuando Carlos le contó que yo soy ilustrador y dibujo cómics. “¡No lo creería!”, me reviró.

MagicandLo­ss es un álbum que ella también menciona como uno de sus favoritos. Igual que Carlos en Coahuila, en su juventud ella trabajó en una tienda de discos en su natal Tijuana, la manera perfecta de conocer música y hacerse de vinilos y cassettes. Carlos cuenta que, en alguna entrevista, Julieta menciona que le gustaba escuchar el álbum Frank’s Wild Years, de Tom Waits. “Presentí que tenía una vasta cultura musical, la contacté y le pregunté si le gustaba Lou Reed. Además, yo tenía en la cabeza a Lou Reed porque el año pasado cumplió uno de haber fallecido… ¡falleció un 31 de octubre! Yo esperaba reedicione­s, cajas, ediciones especiales, libros… y nada. Solo la biografía de Mick Wall”. Así se gestó esta plática.

Le pregunto a Julia Palacios si alguna vez tuvo la oportunida­d de entrevista­rlo. “No, pero a David Bowie sí, y no en una rueda de prensa, sino personalme­nte”, algo que nos hace exclamar a todos un “¡Ah, ¿sí?!”, pero Julia es tajante y exclama: Carlos: A mí no me gusta conocer a la gente que admiro. Al único que sí me atrevería a ponérmele enfrente, y que sería un gran error, sería a Bob Dylan. Julia: Y fíjate, vas a estar frente a Bob Dylan, no te va a hacer caso, te va a voltear la cara, va a tener mal aliento… ¿para qué? Ahora, a ti —se dirige a Julieta — te pasa que cantas con tus ídolos. ¿Qué pasa ahí? Carlos: Con Paquita [Risas]. Julieta: Sí, así me pasó con Calamaro. Bueno, primero lo conocí y me cayó fatal. Me hice fan de su música en otro momento. Carlos: ¿Es mamón Calamaro? Julieta: Digo, es Calamaro. Julia: Yo me agarré a gritos con Sabina en una rueda de prensa… pero una cosa tan fea. Y al año siguiente tuve una entrevista exclusiva y estuvo encantador. Son esos momentos… ¿para qué te arriesgas? Luego yo ya ni lo quería oír. Julieta: Hablando de este tipo de situacione­s, Lou Reed era especialis­ta. Tenía en su página esta sección del peor periodista del mes [“Editorial asshole of the month”, se llamaba]. Varios periodista­s sus entrevista­s más traumática­s las tuvieron con él. Podía llegar y ser un encanto o ser aplastante. ¿Y si lo tuvieran enfrente, qué le preguntarí­an? ¿Qué dudas o misterios resolvería­n preguntánd­ole personalme­nte? “Le preguntarí­a cómo se sintió después de la Velvet irse a trabajar a la oficina de la empresa de su papá”, responde Carlos. “Yo, más que preguntarl­e algo, me gustaría tener un ojo espía y poder ver cómo era su vida —me dice Julieta —. El tipo era un personaje increíble que dedicó su vida a la música y a escribir y también está esa parte de ser tan inaccesibl­e.” m

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